Apenas una semana después de que dos destacados organismos internacionales, como la OIT y la OCDE, alertaran sobre las escandalosas desigualdades sociales en España, el Instituto Nacional de Estadística publica su última Encuesta de Condiciones de Vida cuyos resultados insisten en la gravedad de los efectos de la crisis en España. Los datos del estudio resultan demoledores. Uno de cada cinco españoles (el 22,2%) vive por debajo del umbral de la pobreza, es decir, con menos de 7.961 euros anuales en el caso de un hogar unipersonal o de 16.719 euros en hogares compuestos de una pareja y dos niños. La crudeza de la recesión se refleja también en las dificultades cotidianas que declaran los encuestados: el 45% no puede ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año; el 42% no puede afrontar gastos imprevistos (de 650 euros). El 10% sufre retrasos en los pagos relacionados con el alquiler, hipoteca, luz y agua de su vivienda, mientras el 16% tiene serias dificultades en llegar a final de mes.

La sombría radiografía del INE aún recoge datos más alarmantes. Uno de cada tres menores de 16 años vive ya bajo el umbral de la pobreza, el porcentaje (un 30%) ha aumentado 3,4 puntos en un año, lo que hace que su tasa se sitúe 7,9 puntos por encima de la del conjunto de la población. Esta lamentable estadística sobre la vulnerabilidad de los menores amenaza el futuro de toda una generación y exige el tan reclamado pacto de Estado por la Infancia, que establezca medidas transversales de apoyo familiar más allá de las actuales e ineficaces políticas de caridad y beneficiencia.

La encuesta del INE viene a corroborar asimismo la lentitud con la que se combate una larga crisis que ha disparado todos los índices de desigualdad, pobreza y exclusión social en España, con cifras brutales de paro y dolorosos recortes en servicios sociales básicos. Este sombrío panorama --dibujado con datos del 2013 pero que apenas ha mejorado en el último año y medio-- es el que pone en clamorosa evidencia los buenos datos que destila la macroeconomía del país, y que para muchas familias no pasan de ser un insultante ejercicio de propaganda. Mientras crecen las grandes cuentas económicas aumenta la desigualdad. El optimismo macro debe aliviar las penurias de los monederos más humildes. Ese es el desafío.