Mientras este fin de semana dirimen sus conflictos de poder los de Podemos en la asamblea llamada «Vista Alegre 2» y los del PP sestean en espera de lo que decida su jefe supremo en un congreso «a la búlgara», España sigue sumida en un permanente estado de letargo.

Pasan por los juzgados de Madrid y de Valencia casos de corrupción que atañen a exministros como Rodrigo Rato y a Ana Mato, y a docenas de cargos políticos de la Comunidad Valenciana, mientras Cataluña se precipita hacia un abismo de insensatez, empujada por unos y otros, incapaces de entenderse en lo fundamental: la defensa de los intereses de los ciudadanos.

Pero cuando la capacidad de sorpresa ya parecía agotada del todo, en estas, un inspector de la policía encuentra al ordenar los cajones de su despacho un lápiz de memoria que parece contener datos sobre los turbios negocios de la familia Pujol, y lo entrega al juez; menudo guión para una película de intriga.

Supongo, sólo supongo, que los abogados de la familia Pujol se habrán vuelto locos de contentos al conocer esta noticia. La milagrosa y repentina aparición de ese lápiz de memoria puede ser, intuyo, una tabla de salvación para una de las tramas de corrupción más salvaje e impune, al menos hasta ahora, de toda la política europea. Supongo, sólo supongo, que un experto y sagaz abogado sabrá sacarle buen rédito al «bendito advenimiento» de este artilugio electrónico, y sabrá argumentar en la dirección adecuada para que el caso de los Pujol sea sobreseído por flagrantes defectos de forma. Supongo, sólo supongo, que el tribunal que juzga el caso del exhonorable Jordi Pujol tomará en consideración esta nueva circunstancia, y que estimará que hay motivos justificados para declarar nulas todas las actuaciones judiciales emprendidas hasta el momento; y a otra cosa. Supongo, sólo supongo, que el dilecto policía descubridor ha tenido un ligero despiste en la custodia de las pruebas en el caso de la familia Pujol, y que, con tanto trabajo y tanto estrés, se olvidó de entregar en su momento ese material, al parecer tan delicado como importante.

Supongo, sólo supongo, que este fin de semana no pasará nada trascendente: los de Podemos seguirán en babia mirándose qué bonito tienen el ombligo dialéctico, Rajoy se fumará un puro, o lo que sea, y los Pujol continuarán disfrutando de la vida y de la pasta que atesoraron gracias a lo bien que el bueno de Jordi supo invertir el dinero del abuelo Florenci. Y el país seguirá asombrado, pero sumido en una asombrosa modorra.

*Escritor e historiadorSFlb