Algunas periodistas que cubrieron ayer la apertura de la capilla ardiente del arzobispo emérito de Zaragoza, Elías Yanes, fallecido el viernes, se quedaron pálidas cuando tras colocarse el féretro en el salón del Trono del arzobispado se abrió el ataúd y quedó al descubierto el cadáver.