Ninguno de los diez jugadores de campo que jugaron de inicio ante el Tenerife alcanza la treintena. Solo el portero, Cristian Álvarez (32) ha entrado ya en una decena que ya atisba Grippo (29) y que todavía ven muy lejos jugadores como Borja, Verdasca, Eguaras o Febas. Y los tres canteranos que bailaron bajo la lluvia. Sobre ellos -Pombo, Lasure y Guti- recae gran parte de la responsabilidad de una victoria más importante por lo que evita que por lo que aporta. Porque los tres puntos no solo mantienen a Natxo en el banquillo, sino que alejan la amenaza del descenso ya a seis puntos y alivia la salud de un equipo que afrontaba la final en plena crisis de resultados e identidad.

El trío de zaragozanos jugó un partido de escándalo. Si el gol de Pombo materializó una victoria tan justa como necesaria, su rendimiento como segunda punta fue aire fresco. Oxígeno puro. El tempranero tanto le aportó, además, la confianza pertinente para completar un partido que, esta vez sí, abandonó con césped en los dientes. Si Pombo envuelve su fútbol en sacrificio, será imparable.

Pero si alguien entiende de sacrificio ese es Lasure, un chico del que hablan maravillas no solo dentro del campo. Cuentan que Dani es un ejemplo de futbolista y de persona. Un tipo humilde que cada día da gracias al cielo por estar donde está. Lasure tuvo una virtud que en el fútbol no abunda: paciencia. La que derrochó cuando vio pasar por su carril a laterales derechos o extremos. Todos reconvertidos. Cualquier opción era posible menos su titularidad. Pero el canterano supo esperar. Y cuando le tocó, hizo lo de siempre: cumplir. Sus dos últimos encuentros, sobre todo el de ayer, suponen la mejor actuación de un lateral izquierdo del Zaragoza esta temporada. La banda es suya. No puede ser de otro modo. Se la ha ganado.

Y luego está Guti. Aunque debería referirme a él como don Raúl. Porque este chico merece tratamiento de caballero. Hidalgo y señor. Tiene fútbol, corazón y alma. Y piernas capaces de recorrer grandes distancias cuando el resto deambula con la lengua fuera. Se adivinaba ya que Guti era un diamante en bruto al que quizá se le exigió demasiado y demasiado pronto. Ahora, con un puñado de partidos ya en el cuerpo, Guti ya es indiscutible. Natxo lo vio y su mérito tiene, pero convendría recordar que fue Láinez quien le hizo brincar desde abajo. El lo descubrió.

Todos ellos son pan tierno para el Zaragoza. El presente y el futuro. La esperanza en un futuro mejor. La fe. La luz. No están solos. Cuentan con Delmás, que también ronda la veintena. Por detrás llegarán Zalaya o Rai. Y por delante irrumpe la imponente figura de Zapater, referencia obligada para escuchar y aprender. Cantera como estandarte de un proyecto, una de las líneas maestras del proyecto de Lalo y la que menos le está fallando. Otros, como Natxo, han fracasado hasta ahora a pesar de los intentos del técnico por tratar de convencer a la gente de que lo realizado en la primera vuelta merece un aprobado. No puede serlo cuando la puntuación ha sido de las peores de la historia. Y un rendimiento en casa indigno. A su rescate han salido los chicos de la tierra. Esos sobre los que el zaragocismo deposita sus sueños. Nuestro pan tierno de cada día.