Difícil, mas no imposible papelón el que estos días debe resolver Marcelino Iglesias. La matemática electoral lo ha convertido en una suerte de Rey Salomón obligado a impartir justicia entre las partes enfrentadas. ¿De quién será la criatura del poder? ¿Del PAR, de la CHA?

El pueblo jamás se equivoca. En su inapelable veredicto, ha determinado que el partido de José María Aznar no gobierne en Aragón, decidiendo que lo haga, como fuerza más votada, el PSOE. Sin embargo, a la hora de señalarle socio, el respetable no ha sido tan concreto. Pues si es cierto que la Chunta ha obtenido más votos que el Partido Aragonés, especialmente en Zaragoza, también es verdad que los hombres de José Angel Biel mantienen una considerable influencia territorial, sobre todo en Teruel, factor que, en principio, unido a su cualidad de socios de gobierno, les haría merecedores de seguir participando en la gestión pública.

El problema fundamental de Iglesias reside en barajar y repartir las cartas de tal manera que ambos nacionalismos queden relativamente satisfechos (pues, en política, la felicidad completa es utópica). En tratar de impedir que el PAR o la Chunta pasen a la oposición en compañía de la derecha, complicando la estabilidad y el equilibrio institucional, deteriorando la legislatura y haciendo anidar justificados rencores de imprevisibles consecuencias. En armonizar las voluntades nacionalistas, en suma, más moderada una, más progresista otra, en una línea común de poder compartido, en un nuevo eje aragonés y aragonesista capaz de sacar adelante grandes proyectos, de limar diferencias, de aunar voluntades.

¿Utópico? Tal vez, pero no menos que otras operaciones que en principio, como la propia alianza PSOE-PAR, parecían impensables, y que sin embargo después, en la práctica, han funcionado con guante de seda. El PAR, que se encuentra en una posición más débil, hará valer su experiencia y su capacidad de sedación con los fácticos, injustificadamente alborotados por el sano y lógico crecimiento de una Chunta que, sin embargo, se ha precipitado al asomar un colmillo excluyente. De la capacidad elástica, de la cintura de Chesús Bernal y el resto de los dirigentes nacionalistas va a depender en buena medida el alcance de un nuevo Pacto por Aragón. Si Chunta plantea el todo o la nada, se quedará con la nada, y el PAR con el todo; si, por el contrario, entiende que su porcentaje, siendo determinante, tampoco se puede disfrazar de hegemonía, ganará imagen y gestión, podrá rodarse, crear política, influir en la vida real de los ciudadanos, en lugar, tan sólo, en su pensamiento.

Salomón , mientras tanto, aguardará en su trono de la buena estrella, rodeado de sus jueces y magos, a la espera de manifestaciones o gestos que le orienten en la administración de sentencia. Un exceso de altanería, por su parte, sería también inoportuno, perjudicial a sus intereses.

Es la hora, pues, de la negociación y el pacto, de la reconciliación y el acuerdo. No sea que el jerarca, confuso por la irreconciabilidad de las partes, eleve al ara sacrificial la criatura del poder.

*Escritor y periodista