El paracaidismo político casi siempre tiene algo de bluf, palabra más que precisa si tenemos en cuenta su primera acepción en el diccionario de la RAE: «Montaje propagandístico destinado a crear un prestigio que posteriormente se revela falso». En justicia, obviamente es pronto para incluir en esta definición el caso de Manuel Valls, a quien Ciudadanos le ha propuesto que sea su alcaldable en Barcelona, pero no olvidemos que de momento lo suyo no es sino un golpe de imagen del partido de Albert Rivera, marketing de todo a cien que ha disparado expectativas y dudas a partes iguales. Sus más críticos recuerdan cómo el exprimer ministro de Hollande fue denostado por los socialistas franceses tras perder unas primarias hace año y medio y cómo tardó poco en darse abrazos con el neoliberal Macron, actual inquilino del Elíseo.

En la política española ya tenemos muchos ejemplos de paracaidistas estrellados (Baltasar Garzón en el PSOE o Adolfo Suárez Illana en el PP son dos de los más recordados), aunque a bote pronto es tentador señalar el caso de Ricardo García Damborenea, principalmente por su cercanía, ya que fue en un mitin en Zaragoza donde José María Aznar anunció a bombo y platillo en 1994 el fichaje por el PP del otrora secretario general del PSOE de Vizcaya y que terminó condenado a siete años de cárcel por el secuestro de Segundo Marey por parte de los GAL.

También muy cerca tuvimos aquella política de cooptación del PAR, cuando puso sus ojos sobre rostros conocidos del deporte aragonés como Fernando Arcega, Teresa Perales o Luis Milla. Los dos primeros llegaron a ocupar puestos de gran responsablidad con bastante eficacia; el tercero dijo no. También hace muchos años Nayim se negó a incorporarse al GIL, partido creado por y para mayor gloria del ya fallecido Jesús Gil y Gil o, lo que es lo mismo, la versión española de Donald Trump. Ahora el autor del gol del siglo XX es asesor de Deportes del Gobierno de su ciudad natal, Ceuta. Mientras, ha sido otro exzaragocista, Javier Paredes, quien ha aceptado en los últimos días vestir de naranja las próximas temporadas.

La lista es infinita. Las caras conocidas son una herramienta más en un mundo, el político, donde priman el fuego de artificio y el golpe de efecto. En este apartado se puede incluir también la oferta hecha a Manuela Carmena como si de tratara de una estrella de la Liga. Aunque más le valdría al PSOE cuidar mejor su cantera. H *Periodista