El Gobierno de Aragón ha hecho público en plenas fiestas de Semana Santa que ha desbloqueado la construcción de siete depuradoras de aguas residuales en distintos puntos del territorio, que estaban paradas desde hace tres años por problemas de financiación en las empresas concesionarias. Una noticia bienvenida en la que ha trabajado a fondo, principalmente, el Instituto Aragonés del Agua que dirige Alfredo Cajal y que debe servir para no paralizar más la terminación del mapa de la depuración de aguas de la comunidad, muy necesario en todas las zonas. Además, siempre que se cuente con todas las legalidades medioambientales --algo que no debe pasarse por alto-- estas obras pueden aportar una actividad laboral que también debe ser bienvenida en estos momentos de crisis. Pero todo, con mucha claridad.