Nuestro Patrimonium no significa que nos venga por vía directa paterna, aunque nunca se sabe, me refiero a la herencia pública, aquello que queda para disfrute de los ciudadanos. El sentido o el concepto de Patrimonio es muy inestable, varía según las culturas y es considerado de manera diferente según los tiempos, de ahí que nuestra herencia patrimonial dependa de la valoración que se dé a lo que nuestros antepasados nos dejaron, existiendo unas variables que influyen directamente en su conservación: la sensibilidad de los responsables y la rentabilidad económica y política que se obtenga. Cuando un inmueble es declarado de interés cultural, artístico o arquitectónico, es decir, que está formalmente catalogado, necesariamente, por nuestra responsabilidad patrimonial, debería de conservarse y, sobre todo, ser coordinado y supervisado por el Gobierno de la Nación con base en la Ley de Patrimonio Histórico Español. Pero como esto no es así, durante décadas, nuestro patrimonio aragonés se ha ido perdiendo paulatinamente. Es más fácil salvar a un orangután albino en Borneo, que rehabilitar un edificio en Aragón y darle una función. La falta de sensibilidad de los diferentes gobiernos autonómicos y locales ha dado lugar a esas pérdidas irrecuperables. La lista es demasiado extensa para enumerarla, como ejemplos citaré el ya desaparecido Teatro Fleta y la Antigua Escuela de Artes en plaza de los Sitios, esta última en vía de desaparecer si no se pide ayuda a la Unión Europea, al Gobierno de la Nación o a quién sea, de igual manera que está haciendo nuestro ayuntamiento para recuperar la antigua fábrica de Giesa y la casa del director de la Azucarera. Quizá sea cuestión de preferencia local y nada tenga que ver con la necesaria prioridad. Habría que saberlo.

*Pintora y profesora