Jesús Vallejo celebró los 18 años el pasado mes de enero a mitad de camino de su trabajo con el primer equipo del Real Zaragoza y de sus estudios en el instituto Goya, donde por las tardes vuelve a ser un chico más. Del último verano hasta aquí la vida ha pasado muy deprisa para el central aragonés, que en pocos meses ha cumplido muchos más años de los que dice su DNI. Se ha saltado los 19, los 20, los 21, los 22, los 23, los 24, los 25 para dejar de ser una promesa y convertirse en un futbolista hecho y derecho con un mundo de oportunidades por delante. El alcance de sus pasos ha sobrepasado cualquier previsión y ahora mismo es seguramente el jugador más importante del Zaragoza.

Ya ha debutado con la sub-21 y ayer, antes de marcar un gol con la sub-19, donde parece un hombre entre niños, Popovic comparó sus posibilidades con las del mítico Baresi y las del brasileño Lucio. El técnico es un hombre de máximos y lo que dijo son palabras mayores, aunque la metáfora bien sirve para ilustrar la proyección del jugador.

Desde su aparición, Vallejo mostró unas virtudes defensivas brillantes: anticipación, colocación, fiabilidad, liderazgo. Al principio se quitaba la pelota enseguida de encima. Ahora incluso rompe líneas con sus pases y su presencia en el área contraria, en jugadas a balón parado, provoca siempre peligro. Recién renovado, tiene una cláusula muy por debajo de lo que vale y, sobre todo, de lo que valdrá. Vallejo es un futbolista distinto a muchos y un hombre también diferente. Pero que el Zaragoza controle bien ese peligro.