El gerente de Urbanismo de Zaragoza aboga por abrir un periodo transitorio a las dos fincas en las que se celebraban bodas, que incumplían la normativa y sobre las que se ordenó el cierre. Se trata de que, para evitar daños a terceros, se permita celebrar los 12 festejos reservados, pero ni uno más. Una opción coherente que salva la celebración de enlaces ya contratados y que tenían difícil reorientación. A partir de ahí, las fincas que puedan ser regularizadas deberán hacerlo y otras ni siquiera tendrán esa opción por que su uso está limitado en actividades posibles inlcuso por su calificación medioambiental. Se trata de poner orden urbanístico y fiscal en una actividad económica.