Corría el año 2015 y estábamos en campaña electoral. El PP hizo público un vídeo muy sonado en el que sus dirigentes charlaban en torno a una mesa. En un momento dado, Carlos Floriano se preguntaba: «¿No creéis que nos ha faltado darle un poco de piel a cada cifra?». Y a Mariano Rajoy se le escuchaba de fondo confirmar que sí. Se referían a la escasa sensibilidad con la que habían tratado a los afectados por la crisis económica, que no fueron pocos. Se aferraban a las grandes cifras, obviando la situación social. Después se ha ido demostrando que aquello era lo que parecía: un vídeo electoral. Llevamos años escuchando a los dirigentes del PP, como antes ocurrió con el Gobierno del PSOE, decirnos que ya se ve la luz al final del túnel, que estamos saliendo de la crisis, que ya hemos salido de la crisis, que ahora sí que sí hemos salido de la crisis, o de pronto, hace cuatro días, que para salir de la crisis aún tenemos que crear un millón y medio de empleos. Y que, de hecho, por eso ahora la prioridad no es la subida salarial. Vaya. Cualquiera diría que a veces no interesa haber salido de la crisis y que, en cuanto se habla de salarios, casi interesa volver a entrar.

La ministra de Empleo, Fátima Báñez, comparecía este martes en el Congreso para hablar de la ayuda de 400 euros a los parados. Ahora ya no la reciben, porque caducó. Y entre la falta de previsión de unos y otros, la casa sin barrer. Esto parece que tiene solución. La que no tiene solución es Báñez. La ministra que en su día se encomendó a los cielos para mejorar la tasa de paro, dice ahora unas cosas que a la Virgen del Rocío le harían perder el manto. Asegura que la recuperación económica es «sana, solidaria y social» y que el empleo que se crea ahora es de mayor calidad que antes de la crisis.

Hay que reconocerle a Báñez el mérito de decir estas cosas sin que le entre la risa. Sobre todo porque, según datos oficiales, los salarios han subido un 1% desde el 2007. Y aunque aumente la contratación indefinida, no es menos cierto que el 57% de los contratos temporales tienen una duración inferior a tres meses y el 26% no duran más de una semana. Muchos de los trabajadores que hicieron un esfuerzo en plena debacle cobrando menos, por ejemplo, no han visto restituidos sus derechos ahora que estamos indudablemente mejor. Porque casi nadie cuestiona la recuperación de las grandes cifras económicas. Es evidente que la situación, en general, es mejor. Pero escuchando el discurso de la ministra Fátima Báñez es inevitable preguntarse de qué país está hablando exactamente.

*Periodista