Julián Espinosa se jugó varias veces la vida en la ruleta y otras tantas al black jack y nunca ganó. Así que cuando lo encontraron apuñalado en un callejón, a nadie le extrañó, ni siquiera a la policía, que cerró el caso nada más levantar su cuerpo de un charco de sangre y agua estancada. Era un perdedor condenado al ajuste de cuentas con algún prestamista de paciencia corta y navaja larga. El detective halló en uno de los bolsillos de su chaqueta la fotografía agrietada de una mujer de belleza anónima, una baraja de cartas sin estrenar y la estampa de un santo sin altar. Y una pequeña libreta con poemas escritos a mano. Guardó todo en una pequeña bolsa de plástico sin prestarle mayor atención y ordenó el desalojó de un par de curiosos y ebrios vagabundos que asistían a la escena observando con lujuria los zapatos de charol del fiambre. Parpadeaba la luz del neón de la puerta trasera del casino y caía la lluvia sin principio ni final cuando el espíritu de Espinosa se levantó sin asombro alguno post mortem en dirección al salón. Le quedaba por jugarse el alma al pobre diablo.

Ride On - ACDC Bon Scott from Luis Patricio Vacas Torres on Vimeo.