El 19,8 % de los aragoneses está en riesgo de pobreza o exclusión social, y casi el 22% viven por debajo del umbral de la pobreza. Lo recuerda el Observatorio Urbano de Ebrópolis. Estas cifras son escandalosas. La semana pasada se oía en las Cortes de Aragón a una diputada del PP, decir que la pobreza es estructural, a propósito del debate sobre la lamentable reforma del I.A.I. ¿Cómo que estructural? Si lo que quiere decir es que en el sistema capitalista hay una parte de la población que queda al margen del acceso a los recursos sociales, pues sí tiene razón. Así es el capitalismo. Y para eso nació el discurso del Estado Social, para corregir lo que el mercado es incapaz de corregir. El problema es que con estas cifras cercanas al 20% no se puede decir que eso es estructural, porque si lo fuera las conclusiones a las que había que llegar serían otras necesariamente. Ya sabemos que algunos se creen literalmente aquella maldición bíblica de "siempre habrá pobres entre vosotros" para así hacer caridad y méritos para el cielo. Pero una sociedad con tanto ciudadano en situación de pobreza es esencialmente injusta, radicalmente desigual y además es insostenible a medio plazo. Este es el principal problema, el que hay que poner en primer lugar en la agenda, el que tiene que ser el número uno en el orden de prioridades. Pero no nos engañemos, este es el punto de llegada al que querían llegar los neoliberales desde los años setenta y la crisis ha sido el instrumento utilizado. Por eso hacen lo que hacen: seguir recortando. Profesor de universidad