El ciudadano Albert Rivera se ha mostrado estos días más caricato y compungido de lo habitual después de sus ridículos resultados electorales en Galicia y País Vasco, donde apenas ha encontrado ciudadanos afines, moviéndose sus siglas en pobrísimos registros, del 2 al 4%. No deja de resultar paradójico, pero muy interesante para el análisis, que un partido con amplia bancada en el Congreso de los Diputados no obtenga un sólo escaño en dos Comunidades tan importantes y significativas del Estado español.

Puede que el motivo del desastre de C’s, que en parte ha pasado desapercibido al considerar nuestra indulgente opinión pública que los partidos jóvenes están aún en edad de faltar a clase, estribe en su escasa pasión autonomista.

Un ADN ideológico que, cuando se analizan los cuerpos electorales de Galicia o País Vasco, con genética nacionalista, brilla por su ausencia.

Ciudadanos no es, desde luego, un partido autonomista, sino de claro espectro centralista, resumiéndose el sueño político de su líder no en una monarquía parlamentaria y un Estado Autonómico, sino en una República presidencialista, a la francesa, a la americana, donde todas estas Comunidades Autónomas, laenders, territorios asociados o como quiera llamárseles pasen a federarse en departamentos administrativos, sin tanto peso competencial o político.

Ya lo dijo don Albert en Aragón, en la campaña de las últimas autonómicas, levantando el cadalso para el pobre Justicia, del que vino a decir sobraba, y para las Diputaciones Provinciales, a las que veladamente acusó de cuevas de tócame roque. A pesar de eso, y de que C’s es partidario de redistribuir la riqueza hidráulica, esto es, de trasvasar grandes ríos como el Ebro, no le fue nada mal en nuestra tierra, haciéndose en La Aljafería con un puñado de diputados que a fecha de hoy han sido por completo irrelevantes. Con el pacto entre Rivera y Pedro Sánchez pareció que se escoraban a la izquierda, pero después, con el pacto entre Rivera y Rajoy, lo han hecho a la derecha, permaneciendo en ese equilibrio aéreo, plúmbeo, con puntos de apoyo en esa unidad de España que aquí nadie cuestiona y en la también obvia lucha contra la corrupción, que todo el mundo suscribe. ¿Liberales, centristas, progresistas...? En Galicia y País Vasco opinaron lo contrario, o no opinaron.