Buen dato el que permite constatar que hasta ahora, el verano del 2011 registra la menor superficie quemada en Aragón desde hace una década. La climatología y la cada vez más exigente prevención ha contribuido a ello. Pero ni la mejor preparación puede evitar las consecuencias de un rayo, de una imprudencia, de un accidente. Conviene, no obstante, mantener la tensión en la fase crítica en la que entramos, con altas temperaturas y posibilidades de tormentas con aparato eléctrico. De ahí que estemos en máxima alerta. Y no es una contradicción.