La contundencia de las afirmaciones de campaña, incluso de la noche electoral, ha dejado paso a la ambigüedad de las hipótesis. Las opciones de gobierno de las candidaturas de unidad popular pasan en buena parte de España por el entendimiento con el PSOE, para desbancar al PP de los ayuntamientos, lo mismo que ocurre, pero a la inversa, entre PSOE y Podemos en las autonomías donde no sirven los acuerdos entre PP y Ciudadanos. En Aragón, el escenario más factible es un bloque de izquierdas liderado por el PSOE, la fuerza más votada, lo mismo que en la capital, en este caso con Zaragoza en Común al frente. El intercambio de apoyos parece simple pero existen diferencias entre los sistemas de elección de ambas instituciones y también entre sus candidatos. Mientras el Gobierno de Aragón no tiene prisas y puede soportar varias votaciones, el Ayuntamiento se constituirá el próximo 13 de junio, porque si no hay acuerdos se impondría en segunda vuelta la lista más votada, es decir, el PP, que dejaría una institución prácticamente ingobernable. Aunque Lambán y Santisteve, como líderes más votados, aspiran a presidir ambas instituciones, en el primer caso, Echenique, dice que no se resigna (si bien Pablo Iglesias reconoce que podría facilitar gobiernos del PSOE), mientras que Pérez Anadón asume la derrota y brinda su mano a la espera de lo que Ferraz diga. Una situación que se repite en otras instituciones, como en las diputaciones de Zaragoza y Huesca, en las que el PSOE es la primera fuerza. Mientras, el PP, debilitado por todos sus flancos, ha optado por agazaparse tras una maraña de declaraciones a la espera de que estos tropiecen o se desgasten antes de las generales.