Ya en el siglo XVIII, Montesquieu en su obra El espíritu de las leyes, define los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial con sus funciones y establece como garantía del funcionamiento de los mismos, la independencia de cada uno de ellos. Nuestra Constitución también los relaciona a los tres, con sus correspondientes atribuciones y responsabilidades y es que la mejor garantía de una democracia justa se basa en esa independencia, que da respuesta al ciudadano sobre la mejor forma de proteger su libertad.

En estas últimas elecciones del 20 de diciembre, el pueblo en su capacidad y derecho de elegir a sus representantes, ha querido que el poder legislativo, que venía permaneciendo prisionero del ejecutivo, ocupase su posición y el verdadero concepto de su independencia, porque cualquiera que sea el poder ejecutivo, va a tener que pedir autorización y responder de sus acciones ante el legislativo para poder llevarlas a cabo. Y es que el Parlamento decidido por los ciudadanos no da mayoría absoluta a ningún partido político y además tampoco existe una clara identificación ideológica por grandes grupos, lo que obliga a esa representación de voluntades populares a conducirse siempre por los caminos del diálogo y del entendimiento.

LA PRIMERA de las acciones políticas que deben llevarse a término, es la de investir a un presidente del Gobierno y no es otra cosa que eso, por lo que el desarrollo de las medidas políticas que se vayan estructurando, deberán estar siempre, cada una de ellas respaldada por acuerdos puntuales en el Parlamento, de lo contrario no podrán ejecutarse; dicho de otra forma, no debe producir ningún temor ni desconfianza dicho acto de investidura, pues el control estará en el legislativo sobre el ejecutivo; el apoyo a esa elección deberá estar basado en la coincidencia filosófica de los programas electorales de dichos partidos.

Los ciudadanos, lejos de equivocarnos, hemos decidido una representación que obliga a los partidos políticos a dialogar y representar de verdad la voluntad de sus electores y eso significa que esta legislatura, puede ser una de las más enriquecedoras, desde el punto de vista de hacer realidad reformas que nos representan a todos.

DEBERÁ SER TODO más trabajado, más reflexionado, pero al final más duradero en el tiempo y más aceptado por la ciudadanía; si tomamos como ejemplo, la ley de educación podremos alcanzar acuerdos conjuntos que den como resultado una norma de largo alcance en el tiempo y donde todos nos veamos en mayor o menor medida reflejados.

Lo cierto es que es muy difícil que por no entender de esta forma el mensaje que los electores hemos puesto sobre la mesa del entendimiento general, nos veamos abocados a unas nuevas elecciones, que darían como resultado, como consecuencia, un mensaje desde los políticos a los ciudadanos de, vuelvan ustedes a elegir y esta vez a ver si lo hacen bien, porque en la primera ocasión se han lucido. Creo que sería un tanto cínico y demostraría una falta de capacidad por parte de los partidos políticos, que siempre ha dicho que los electores no se equivocan nunca y como consecuencia de esto la respuesta estaría dada en una elevada abstención, no creo que votasen más allá del 60% de los electores y con un resultado bastante parecido al del 20 de diciembre.

Señores diputados de los diferentes partidos políticos, hagan un esfuerzo por entender que el Parlamento, en esta ocasión, va a tener en sus manos la mejor oportunidad de darnos al país las más consolidadas normas políticas que desdehace años no se habían dado, por ser el legislativo una marioneta en manos del ejecutivo, no nos defrauden, llamándonos ineptos a los ciudadanos, se pueden arrepentir. Y demuéstrennos que son capaces de hacer un buen trabajo con los mimbres que les hemos dado.

Presidente de Aragonex