La Policía Local de Zaragoza arrastra una historia de constantes reorganizaciones que no acabaron de cuajar, así como una evidente falta de efectivos (hay 261 puestos sin cubrir en una plantilla de 1.306 agentes) y no poca confusión respecto de las tareas que debe llevar a cabo y cómo hacerlo. Ello ha venido provocando tensiones laborales, encontronazos entre el ayuntamiento y los sindicatos que representan al cuerpo y, en paralelo, un deterioro de imagen. No pocos vecinos de la ciudad identifican a la Municipal como una policía menos accesible y más expeditiva en sus métodos que la Nacional. Por todo ello, trazar un plan que permita resolver estos problemas, aporte eficiencia y ofrezca a los agentes una adecuada carrera profesional sí es conveniente. Y si surgiese como fruto del acuerdo político, de la participación social y del diálogo con los representantes sindicales, mejor que mejor. En realidad, es este el único método que garantiza estabilidad y resultados a medio y largo plazo.

El actual equipo de gobierno municipal ha presentado un documento de trabajo, que la oposición ha considerado demasiado inconcreto. En él se apuesta por fomentar una policía « de proximidad», con funciones sociales y no tanto represivas, transparente en sus actuaciones, eficaz, motivada... y capaz de superar el déficit de efectivos con un despliegue más operativo. En general es un buen enfoque. Tiene no pocos puntos de contacto con la llamada «Policía de Barrio» que intentó poner en marcha el PP durante el mandato de Rudi, por mucho que a los portavoces de ZeC les moleste la comparación. Y da la impresión de que sería bien aceptado por los vecinos.

Pero es cierto que llegar a una reorganización si no definitiva sí decisiva requiere especificar más el modelo, entender que los cuerpos policiales siempre tendrán cometidos de naturaleza conflictiva (sancionar las infracciones e impedir la comisión de delitos no es fácil) y reconocer que sin cubrir las bajas va a ser difícil alcanzar el nivel de efectividad que se pretende.

Más allá de las denominaciones, las definiciones teóricas o el uniforme que vistan los miembros de la UAPO (Unidad de Refuerzo o como se la quiera llamar), lo que ahora importa es consensuar la reorganización. Cuanto más apoyos tenga mejor resultará y más transcenderá en el tiempo. Apostamos por ello.