Gabriel Rufián la volvió a liar hace unos días, Twitter mediante: «La manipulación para convencer de que Cristiano es mejor que Messi solo es comparable a la manipulación para convencer de que los malos son los de las urnas y los buenos los de las porras». Más allá de las ganas de provocar del diputado republicano, experto en el arte de decorar su ego con la ira ajena, no deja de ser la enésima mezcla de política y fútbol, un gráfico recurso que ayuda a aclarar los mensajes. Después de todo son dos mundos más parecidos de lo que nos pensamos, especialmente porque facilitan por igual los relatos forofos y las justificaciones parciales, cuando no medias verdades que se defienden como dogmas de fe en virtud de los colores de cada cual. No hay nada como un penalti dudoso y repetido mil veces en la tele para que cada uno se posicione con ahínco tras su propia bandera.

Para la historia han quedado ejemplos como los comportamientos de Aznar, Zaplana, Acabes y compañía con el 11-M, Zapatero con la explosión de la crisis o Rajoy y su coro de palmeros de Génova con los malolientes casos Bárcenas y siguientes. Todos ellos negando distintos fueras de juego que para el resto de España eran de manual.

Volvamos al fútbol. Entre 1966 y 1992 (un cuarto de siglo), el Real Madrid mantuvo con el Barça una diferencia de seis Copas de Europa. El año olímpico supuso un punto de inflexión para los azulgrana. Cruyff, el Dream Team, el gol de Koeman... en Wembley la historia pareció cambiar y desde entonces (ha pasado otro cuarto de siglo) los culés han acumulado títulos sin parar y, en paralelo, se han dotado de un reconocible estilo propio. Pues bien, después de todo eso, el Madrid tiene hoy ¡siete Copas de Europa más que el Barcelona!. ¡Una más de las que les separó en el siglo XX!. Añadamos que Messi solo ha ganado una Champions de las últimas seis que se han celebrado y que Ronaldo se ha hecho con tres de las últimas cuatro. Además, ambos empatan a cinco en el Balón de Oro.

No hay un solo dato en estas líneas que sea incierto, pero como ocurre con muchos políticos no reflejan fielmente la realidad. No nos engañemos: el argentino es el mejor de todos los tiempos y el portugués un delantero de época que ha optado por autoproclamarse el número uno de la historia causando tanta hilaridad como vergüenza ajena. En vez de un futbolista, a veces parece más un portavoz parlamentario de esos que solo dicen tonterías. H *Periodista