Hay veces en las que sin poder evitarlo, algo de lo que has oído se te queda deambulando en la cabeza y no puedes otra cosa sino sucumbir a pensarlo. A mi me pasó con las declaraciones de Cospedal, esa ama de llaves de tres sueldos, cuando planteó que los diputados regionales no tuvieran que cobrar por su dedicación política. Subyacía en su propuesta la idea de que para lo que hacen, no es necesaria la remuneración. Un diputado puede ser fontanero a ratos, y dedicarse a la política en otros ratos. Y así es en muchos municipios pequeños donde la labor de alcalde no tiene remuneración. Pero también es cierto que la razón para que así sea es el interés general del pueblo, no una excusa con impronta ideológica.

Con su anuncio Cospedal desvela una creencia, que se tiene que dedicar a la política quien pueda, no quien tenga vocación de servicio público. No ataca Cospedal a los aparatos de los grandes partidos que colocan a sus militantes allende sea posible darles un cargo. Tampoco a los sueldazos de muchos asesores y puestos de confianza. Ataca a la democracia.

En un momento en que se está cuestionando la actividad política, su servilismo a los intereses financieros y en el que se pone en duda la representatividad de las instituciones, se anuncia como bálsamo que cure heridas la desligitimación de la política.

Criminalizar a la política es contribuir a que las empresas sean las que ganen las elecciones. La dictadura de los mercados ya se sitúa por encima de los gobiernos. Sin política, quien ganaría en las urnas sería directamente Botín. Y yo no quiero que me gobierne el Banco Santander. No tomar medidas para limitar el poder del mercado supone una dejación de las funciones de la política por cuanto lo que debe proteger no son cuentas de resultados sino los intereses de la ciudadanía.

POR SUPUESTO que en política hay activos tóxicos más preocupados por trepar a golpe de carné de partido que por servir al interés general. Pero también es verdad que la lucha contra eso es mejorar la política y la democracia. Conseguir mayor representatividad del sistema electoral, transparencia en la toma de decisiones, igualdad de oportunidades, redistribución equitativa de la riqueza, mecanismos de control, etc. Todas esas palabras de la cosa política que parece que se nos han gastado antes de usarlas.

Y luego una ve que la reunión del comité federal del PSOE es a puerta cerrada que no entran moscas. Y una escucha la entrevista realizada a Rajoy que es como oír la nada. Y ese algo que me deambulaba por el pensar se pone a darse cabezazos contra la pared arterial. Nos quieren provocar un aneurisma. Mejor que no pensemos en hacer. Que no vayamos a reunirnos con la consejera de Educación con nuestras camisetas verdes. Que no tiremos un tupper a Aguirre. Que no nos rebelemos contra el apartheid sanitario. Que no salgamos a las calles. Que no hagamos política. No quieren algarabías. Y a una le dan ganas de ponerse a montarlas como si fueran fichas de Lego. Una encima de otra. Así cuido yo de mi salud arterial.

Activista cultural