Que el 2018 suponga el cambio de rumbo y un definitivo punto de inflexión al alza en el valor de la clase política. Que los cargos y sus edecanes no se rijan por los intereses partidistas, por el carné, por el “qué dirán” ni por lo políticamente correcto sino que trabajen por el bien común, que muestren su verdadera vocación por el servicio público y que pongan todo el énfasis de su gestión en el interés general. Que no permitan los privilegios, ni los incumplimientos, ni que nadie se salte las normas “a la torera” por encima y en contra de los demás. Que se esfuercen para lograr que no se tolere ningún quebranto ni infracción de las reglas de juego que valen para todos.

Que en el trabajo no consientan las malas praxis ni los engaños para saltarse las normas, infracciones que unos pocos cometen y que suponen un irremediable agravio para el resto de compañeros de trabajo, de equipos o de colectivos; una falta de respeto a la inmensa mayoría de los trabajadores, de los ciudadanos o de la sociedad que les produce un grave perjuicio que va en contra de sus derechos y del resultado del trabajo de todos. Cada regla vulnerada que favorece a uno, o unos pocos, va en contra de la mayoría y causa un daño que los dirigentes deben erradicar y no tolerar si pretenden el buen funcionamiento de la administración y de la sociedad. Que la igualdad se dé en función de los valores y de las oportunidades, sólo así se hallará la justicia y sólo así se encontrará el camino para que la política sea útil y sea capaz de cumplir los objetivos para los que fue constituida en democracia, avanzando en la libertad de los individuos y en la prosperidad común, es decir, dirigiéndose hacia el progreso social. Que los principios sean las prioridades.

Que no busquen solo hacerse la foto sino que luchen, día a día, por convertir proyectos en realidades y por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Que los discursos vacuos y fatuos se conviertan en defensas activas y elocuentes de los derechos civiles de las personas y de los intereses de toda la sociedad en su conjunto. Que los políticos trabajen por los principios en los que creen y no antepongan sus intereses partidistas ni personales: eso será beneficioso para todos. Que en el futuro, a partir de 2018, contemos con más políticos con criterio y formación y menos políticos que son como un selfi andante y personificado, sólo buscando la foto.

Que el año nuevo abra un hueco para que la capacidad, la autenticidad, el buen hacer, el esfuerzo, la entrega, el tesón, el trabajo, la buena voluntad, las limpias intenciones, la ejemplaridad, la honestidad, la verdad, la generosidad, el compañerismo, la solidaridad, la cordialidad, la amabilidad, la buena educación, la cualificación, la adecuada preparación y la vocación de servicio vayan, poco a poco, asentándose en la sociedad y quitando de en medio a tanta zafiedad, tanta farsa, tanto engaño, tanta mediocridad, tanto postureo, tanta manipulación, tantas falsas apariencias que no hacen más que perjudicar los intereses generales y menoscabar el beneficio de la mayoría.

Que los criterios competentes, el saber estar, la capacidad de diálogo, la moderación apropiada, la dedicación completa, la experiencia útil, la formación necesaria y los discursos llenos de contenido sustituyan a las palabras vacías, los lugares comunes, las discusiones estériles, los tópicos perversos, las excusas recurrentes y las aviesas pretensiones.

Apuesto porque el 2018, por fin, sea la ocasión en que la valía personal, el esfuerzo, la preparación, las aptitudes sobresalientes y las actitudes positivas, los méritos propios y la cualificación extraordinaria, además del sentido común y la honradez, sean las reglas que pongan orden en la vida política y que elijan a tanto cargo, a tanto candidato y a tantos edecanes que hasta ahora, salvo las escasas excepciones que confirman la regla, son promovidos antes por su carné de partido o por su afinidad política que por sus méritos profesionales.

Que los nuevos tiempos transformen a los políticos y edecanes, que actualmente pululan como serviles semovientes expertos en mover la cabeza de arriba a abajo, y los conviertan en eficaces ejecutivos de raza con vocación social y en auténticos especialistas que aconsejen con conocimiento de causa y que trabajen por construir una sociedad mejor en la que se pongan por delante los valores de la educación, la cultura, la justicia y la igualdad para lograr que disminuya el paro y que se apacigüe la violencia, reduciéndose a mera anécdota.

En los primeros días del año, un brindis porque cada uno de nosotros aportemos nuestro pequeño granito de arena en esta difícil lucha liberal que traiga un futuro mejor para las generaciones venideras y que nos permita subir algún escalón en la rampa del progreso.

*Periodista