No es fácil actuar en política, sobre todo a un alto nivel. De inmediato, el cargo electo que adquiere responsabilidades de gobierno corre el riesgo de quedar aislado (si no lo estaba ya), encerrado en una burbuja que le separa de la calle y la realidad concreta, amarrado al círculo de los amigos-adeptos en un ámbito donde no caben disensiones, críticas ni siquiera otros enfoques.

Por eso Rajoy no fue capaz de entender que la moción de censura le iba a mandar a su casa justo cuando él y su entorno se felicitaban por haber asegurado la legislatura hasta su fin natural. Por eso el expresidente y sus íntimos colaboradores (los que se fueron con él a comer y darle al frasco mientras en el Congreso se desarrollaba la moción), reaccionaron con inusitada rabia e incluso pretendieron dar a entender que la censura era antidemocrática. No les cabía en la cabeza. Demasiado tiempo cociéndose en su salsa. Creían que la desigualdad era recuperación económica, que la devaluación salarial y la precariedad eran hábiles medidas para acabar con el paro, que el conflicto catalán se resolvería utilizando los instrumentos coactivos del Estado, o que los tribunales europeos nos traerían a los rebeldes secesionistas cogidos por las orejas.

A otro nivel, Irene Montero y Pablo Iglesias, en su cápsula morada, rodeados de palmeros y de párvulos en materia política, no fueron capaces de captar la repercusión que iba a tener su decisión de irse a vivir a un chalet desmintiendo de forma radical sus propios discursos pobristas. Mala decisión porque ese casa no solo es muy poco adecuada para ellos (lejos de Madrid, difícil y cara de mantener), sino porque les ha situado en el ojo de un huracán polémico justo cuando llegaba una moción de censura que ha dado la vuelta a la situación política en España.

Los altos cargos públicos deberían mantenerse en contacto con la ciudadanía, debatir con quienes no tienen por qué darles la razón, rodearse de equipos creativos... y enterarse de lo que hay. Menos encuestas y más salir a las tiendas y bares del barrio. Fuera de la burbuja.