Esto de investir presidente y gobierno está sobrevalorado. No sólo porque el país, en funciones, va tan bien o tan mal como siempre; sino sobre todo porque cada campaña y cada periodo postelectoral vienen a ser un show maravilloso, repleto de trucos y chistes. Puro marxismo, de los hermanos Marx. Pasen y vean a los más españolistas de Madrid (el PP) tirándose los tejos con los separatistas de la periferia centrífuga (Convergencia y PNV), para pasmo del respetable y de los centristas centrípetos (Ciudadanos). Todo por los sillones y el grupo parlamentario, todo por el cupo... todo por la pasta. A la postre, unos y otros son nacionalistas, y llevan decenios interactuando para mutuo beneficio.

Es genial. El PP habla y negocia con sus supuestas bestias negras porque le viene bien y por la misma regla de tres que antes zahería a socialistas y podemistas cuando amagaban cosa similar: porque puede y le sale de la Puerta de Alcalá. Convergentes y peneuvistas se arriman porque van a lo suyo y son partidos de orden perfectamente capaces de poner su amor por el poder y el dinero muy por encima de cualquier estética patriotera. Quienes ahora se sorprenden al verles reunirse tras meses y años de tiroteo es que no comprenden de qué va el juego. En cuanto a los escrúpulos nacionales que afectan ahora a Ciudadanos, no creo que pasen de ser un leve sarpullido estival. El calor, oye, que ni deja dormir a la senadora Barberá

En el PSOE suenan suspiros de alivio. Pues así quizás podrán quedarse al margen de la investidura de Rajoy, libres de toda tentación. Bien es cierto que tal investidura no está atada y no deja de ser una cosa complicadísima. No digamos si el PP ha de gobernar las Españas en medio de este laberinto de pasiones: regateando con los nacionalistas, pactando con Ciudadanos, comunicándose con el PSOE, aceptando las instrucciones de la UE, recortando, disimulando... Casi nada.

Por lo demás, bien. Ya le han pegado otro trasteo a la hucha de la Seguridad Social, y van dos en un mes. A este paso, cuando me jubile no queda un centimo. No podré vivir en Marte con lo que me quede de pensión.