Ya está claro: la nueva política era apenas una fachada y una retórica incapaz. La transversalidad ideológica, después de todo, no ha sido un hallazgo conceptual sino la consecuencia de que la economía neoliberal tenga supeditada a la política democrática, y que no sea la distinción derecha/izquierda sino la coordenada vertical acreedores/deudores la que decide. Y en este eje, Ciudadanos se ha erigido de arriba abajo en torno al orador Rivera, mientras Podemos, que decía provenir de la horizontalidad ciudadana, se ha entregado paradójicamente a un ultraliderazgo de Iglesias que no deja de ir a más (y a peor).

Con todo, la nuestra es la realidad cerrada de la UE. Grecia, con Syriza en el poder, ha sufrido cuatro huelgas generales en cinco meses y ahora debe firmar el doloroso Memorándum 3 que todavía empobrecerá más a la población. Además, la coalición de izquierdas portuguesa está pendiente de la reevaluación que en mayo hará la Comisión Europea, que amenaza con sanciones (también a España). En el caso de los defensores de las grandes coaliciones las malas noticias llegan de Austria, donde el bipartidismo (en el poder desde 2006) se ha desplomado en una primera vuelta que ha ganado un partido xenófobo y, ojo, han sido segundos los Verdes con un 21,3%.

Sabemos que no es lo mismo remar a contracorriente, como se le presupone a Podemos, que seguir el ortodoxo curso del río, como Ciudadanos, pero también que plantar cara a los recortes sociales transmite ilusión pero en sí no es un método. Y menos si la actitud de quien está al frente del proyecto es la del arrogante intelectual que aspira a entrar en los textos de historia, pese a que cada vez que ha pisado el hielo ha patinado.

Es evidente que ahora mismo solo se respira decepción, pero no olvidemos que es posible defender en las instituciones una nueva pragmática en base a otras formas de organización propias de la sociedad civil, más pegadas al suelo, como vemos en algunos municipios. Modular avances sumando y articulando iniciativas y plataformas es la manera de implicar al mayor número posible de esa población que aún quiere (y puede) cambiar las cosas. Periodista