La incapacidad de nuestros líderes políticos nos va a salir a precio de oro. Nuevas elecciones, nuevo dispendio. Nada menos que unos 175 millones de euros será el coste aproximado de la campaña electoral que nos conducirá al 26-J. Ahí es nada. Un despropósito más a lo made in Spain, que no garantiza unos resultados muy diferentes a los obtenidos el 20-D, aunque después de los muchos patinazos cometidos por algunos de los principales actores de estos cuatro meses de dimes-diretes-postureos y excentricidades varias que han conducido a nuestro país al inmovilismo y a la deriva más absoluta, algo podría cambiar. A Iglesias y a Sánchez les va a pasar factura, y de las altas, ese burdo flirteo-escenificación barata de una historia de amor que no pudo ser (algo que sabían desde el principio). Rivera, sin embargo, pese a su súperpacto con el PSOE, sigue adelante con paso firme, sin perder comba. No se mueve mal naranjito. Le han faltado horas para lanzar la primera propuesta, con ánimo de abaratar al máximo los costes electorales de la próxima campaña, proponiendo un modelo de contención de gasto electoral, con el envío de un "único mailing electoral en vez de inundar los buzones de papeletas". Interesante propuesta, pues se trata de una de las partidas más costosas del presupuesto electoral, y nos permitiría ahorrar 25 millones. Ojalá se apunten el resto de partidos y se queden con el leit motiv del ciudadano mayor de "hacer una campaña austera, buscar soluciones y no generar más problemas".

Periodista y profesora de universidad