Como tantas cosas, buena parte de la televisión que consumimos proviene directamente de Estados Unidos o tiene su inconfundible sello detrás. Sucede esto último con un género que ya cumple algunos años en España y del que Andreu Buenafuente se erige hoy como principal exponente. Se trata de los late night, ese tipo de programas que trajo a nuestras pantallas Pepe Navarro en los 90, que continuó a su modo Xavier Sardà y que, aunque aquí no hace ahora especial fortuna, al otro lado del Atlántico se entiende casi como una religión. Los adeptos a este credo andamos un poco conmocionados, porque, 33 años y 6.028 programas después, el indiscutible precursor de esta forma de hacer televisión ha dicho adiós. Como hemos contado los medios de todo el mundo, David Letterman se retiró este miércoles, a los 68 años, dejando un tremendo vacío en esa silla que se elevaba unos centímetros por encima de las de sus invitados, en los estudios Ed Sullivan de Manhattan. Afortunadamente, su legendaria carrera nos regala también algunas lecciones. Entre ellas, que la actualidad se puede abordar con una sonrisa en los labios y, siempre, sin faltarle al respeto a nadie. Y otra, que la confianza del público no está necesariamente reñida con la edad del presentador. Letterman cierra su late show en la CBS porque quiere. En España, habría sido prejubilado o despedido hace tiempo, especialmente en un negocio tan ingrato e injusto con sus mayores como el de la comunicación. Que cunda el ejemplo.Periodista