Al parecer, el mago de las finanzas aragonesas, Fernando Gimeno, ya está en condiciones de presentar para debatir y tratar de que se aprueben en el Parlamento los presupuestos de la comunidad para el año 2016. Que los hados nos cojan confesados y que las cuentas de la DGA no se parezcan en nada a las del ayuntamiento zaragozano, ese en el que Gimeno fue máximo responsable de la cosa (deudas y más deudas). Parece obvio que no es tarea sencilla elaborar unos presupuestos que deben atender a un sinfín de necesidades y servicios pero al final, no deja de ser algo parecido --en otra escala-- a lo que toda familia hace: tengo tantos ingresos y con ellos debo atender a tantos gastos. Si gasto más de lo que ingreso, mal; si tras restar los gastos me quedan perricas, miel sobre hojuelas. Claro que pueden darse imprevistos pero son de carácter extraordinario y deben preverse con medidas que los palíen. Y luego está la ingeniería financiera, los créditos, las complejas empresas públicas, el trasvase de partidas, el déficit autorizado... Pero bueno, Gimeno contará con 4.794,9 millones de euros (más un 0,3% si acude al déficit autorizado) para que la comunidad funcione. Se supone que entre las partidas incluidas figurará la correspondiente a salarios de empleados públicos en todas sus escalas y ámbitos. Me gustaría equivocarme pero me apuesto lo que quieran a que llegado junio el consejero Gimeno dirá que no hay dinero para pagar a tan probos y necesarios ciudadanos. Como ejemplo, más que significativo. Profesor de universidad