Los Presupuestos Generales del 2015, los de la consolidación de la recuperación, como los califica el Gobierno, no vienen con un pan bajo el brazo. Como mínimo para los más desfavorecidos. Las cuentas del Estado prevén el incremento del mínimo legal del 0,25% para las pensiones (por segundo año) y las partidas de desempleo dejarán a 2,66 millones de parados sin ninguna prestación. No se trata de que el Gobierno haya recortado la asignación, sino que es muy alto el número de parados de larga duración que agotan todas las prestaciones. Un problema social de gran envergadura, pese al dato positivo de que el próximo año el paro caerá en algo más de dos puntos.

Este año se registra un incremento moderado de la inversión en infraestructuras, que no había dejado de caer desde el 2009 (la comparativa de aquel año --22.114 millones, frente a los 9.469 del 2015-- da una idea de las diferencias). Llama la atención que el 30% de esta partida (3.626 millones) vaya destinado a obras del AVE, en especial en áreas del norte de España. Proyectos de dudosa rentabilidad, propios de la época de gastos faraónicos.

La inversión territorializada indica que el Estado gastará en Aragón 396 millones de euros en inversiones reales, más otros 143 en convenios y transferencias. Es decir, un incremento del 7% respecto al año pasado, pero muy por debajo de la media nacional que llega al 14%. Conviene recordar que la caida paulatina de la inversión en los últimos siete años ha sido del 70%.

Las magnitudes de gasto, pese a la contención, indican que el próximo año la deuda pública superará el listón del 100% del PIB, si bien la partida del pago de los intereses crece muy poco (está en 36.000 millones). El Gobierno confía en cumplir el límite de déficit, ayudado por la consolidación fiscal y el margen extra que proporciona el nuevo cálculo al alza del PIB establecido por Bruselas. En cualquier caso, el equilibrio del presupuesto va a depender de que funcionen las optimistas previsiones macroeconómicas del Ejecutivo, en un año en que bajará la recaudación por IRPF por la reducción de tipos, con dos convocatorias electorales en el calendario. La esperanza vendrá por el aumento de la recaudación por IVA y el impuesto de sociedades. Es decir mayor consumo y más beneficios empresariales. Con los nubarrones que se ciernen sobre Europa habrá que ver si esas previsiones se cumplen.