Los Presupuestos Generales del Estado toman forma a la espera de que los apoyos sumen su validación en las Cortes, con las previsiones de cumplir con el déficit que fija Bruselas y quitarse por fin la tutela de los hombres de negro a los que ha dado tiempo de empadronarse en España.

El presidente Rajoy, sin embargo, sigue en sus mítines domingueros coincidiendo con los congresos de primavera del PP recordando que hay que perseverar en las reformas que parecen colorear el dibujo macro, pero en los detalles micros las carencias en la recuperación de la normalidad en el empleo, salarios o dotación de recursos para servicios sociales quedan aún muy lejos de beneficiar a los individuos que, con nombres y apellidos, siguen sin trabajo, o con sueldos devaluados de pura supervivencia o atendiendo a dependientes con el esfuerzo familiar.

En los capítulos intermedios se ofertan inversiones para infraestructuras en territorios díscolos a ver si el peso de los millones frena las ansias separatistas. Aunque un sondeo elaborado en Cataluña antes de conocer la lluvia del maná dejaba a los partidarios de la independencia cuatro puntos por debajo de los unionistas. Habrá que volver a preguntar para conocer el grado de influencia que pueden tener esos 4.200 millones de euros anunciados y si son pocos, muchos o suficientes. O simplemente si a estas alturas esos detalles ya no marcan diferencias. En todo caso, lo que va a un cesto no llena otro. Que se lo pregunten a los de Teruel y al resto del trayecto.

*Periodista