Hace ya unos años el PSOE instauró el sistema de primarias para elegir a sus dirigentes. Se trataba, en principio, de dar la palabra y la decisión a los militantes. Hasta ese momento eran los delegados de las agrupaciones locales los que en congresos o en consejos llevaban a cabo esas designaciones. El sistema antiguo estaba corrompido, pues algunas agrupaciones en pequeños pueblos de Aragón -bastaba con cinco militantes para constituir una- eran absolutamente ficticias, configuradas desde las ejecutivas regional o las provinciales con militantes domiciliados en Zaragoza, que a veces ni siquiera sabían dónde estaba el pueblo por el que eran delegados. De ese modo, controlando las ejecutivas se aseguraba el poder. El sistema de primarias contribuyó a mejorar el modo de elección, aunque el aparato sigue teniendo un peso específico extraordinario.

Pedro Sánchez ganó sus primeras primarias siendo parte del aparato, y las segundas gracias a que los «dinosaurios» del partido cometieron errores de bulto y colocaron como candidata a Susana Díaz, una señora que ha vivido siempre de las ubres del partido y cuya figura provocó el rechazo de la mayoría de la militancia.

En dos semanas los socialdemócratas aragoneses están convocados a unas primarias para elegir a su líder, lo que está desencadenando serias tensiones y no pocos ataques de nervios. Los dos candidatos que optan a la secretaría general, Javier Lambán, presidente del gobierno de Aragón, y Carmen Dueso, exconcejala de Zaragoza, tienen a sus espaldas un largo recorrido político. Lambán, un político culto que lee libros, lo ha sido todo en Aragón (concejal, alcalde, diputado, presidente de la DPZ y de la DGA), representa al aparato, pero Dueso también, aunque ahora se presente como renovadora tras la estela triunfante de Sánchez, el jefe del nuevo aparato que ahora manda en el PSOE.

El problema para los socialdemócratas aragoneses es que Lambán ha dejado claro que si no es reelegido como secretario general dimitirá como presidente del gobierno y convocará, supongo, elecciones autonómicas, lo que puede desencadenar una crisis de consecuencias insospechadas. Por ahora, los apoyos de los dos candidatos parecen igualados, aunque en esto de la política nunca se sabe qué puede pasar. Por ejemplo, en las últimas primarias, Sánchez ganó en Teruel y Zaragoza, y en cambio Huesca prefirió a Díaz. Justo lo contrario que puede ocurrir ahora. Y es que los socialdemócratas aragoneses son así: cambiantes y volubles, como la vida misma.

*Escritor e historiador