Las primarias socialistas han supuesto un soplo de aire fresco en la anquilosada estructura de los partidos políticos pues suponen un mecanismo imprescindible para profundizar nuestro sistema democrático, máxime en unos momentos en los que este sufre una preocupante desafección por cuestiones de todos conocidas: corrupción, descrédito de la política, auge de ideas y partidos populistas y de extrema derecha, etc. Por ello, las primarias son un instrumento que, como señalaba Carles Boix, permiten avanzar en la democratización de la vida pública, hacen más transparente la toma de decisiones colectivas, introducen nuevas ideas en el foro público y alientan y reactivan el debate.

En estos tiempos en que se imponen las políticas neoliberales de ajuste duro, con una socialdemocracia sumida en un claro desconcierto ideológico en el que, como señalaba el politólogo Sami Naïr la izquierda europea está "completamente desorientada", resulta imprescindible que los partidos progresistas se rearmen ideológicamente, recuperen la iniciativa política e impulsen mecanismos de democracia interna que favorezcan la participación y la capacidad de decisión de los militantes y la ciudadanía sobre la voluntad e intereses orgánicos de los "aparatos" de dichos partidos. En esta línea hay que entender los procesos de primarias. En este proceso de profundización democrática, pienso que sería oportuno modificar el artículo 6° de la Constitución española siguiendo el ejemplo de la Constitución de Ecuador en donde es obligatoria la celebración de primarias en todos los partidos que concurren a las elecciones.

Hasta ahí la teoría y las buenas intenciones. Pasemos a la realidad. A nivel nacional, un primer error del PSOE ha sido el no optar por las primarias para elegir la candidatura a las próximas elecciones europeas designando para cabeza de lista a Elena Valenciano obviando así la opinión de militantes y simpatizantes. En cambio, para las elecciones generales, resulta muy positivo plantear unas primarias abiertas a la ciudadanía y con un umbral de avales del 5%. En el caso concreto de las candidaturas autonómicas existe diversidad de condiciones y requisitos según los distintos territorios y, en el caso concreto de Aragón, sorprende negativamente una serie de medidas restrictivas que, sin duda, limitan la participación y la pluralidad cual son el optar por unas primarias cerradas a la militancia y elevar los avales para concurrir al 15 % de los censos de la afiliación socialista.

El hecho de que hayan aparecido las candidaturas alternativas de Fernando Heras y Jesús del Val con la intención de competir con Javier Lambán, el candidato oficial, y la actitud que hacia ellos pueda tomar la dirección y el aparato del PSOE aragonés, será la prueba del algodón de la limpieza y transparencia del proceso, de comprobar si la militancia vamos a tener la ocasión de ejercer nuestro "derecho a decidir" sin cortapisas ni condicionantes previos. Veremos, pues, si asistimos a unas primarias de verdad, con el debate y confrontación de tres (o más) candidatos, de conocer sus enfoques, matices y proyectos o, como señalaba recientemente José Luis Trasobares, a un simulacro de primarias orquestado y dirigido para que nada cambie, desoyendo el clamor y los anhelos de renovación, transparencia, apertura y mayor democracia interna demandados por amplios sectores del socialismo aragonés.

Por todo lo dicho, resulta esencial evitar que la convocatoria de primarias en el PSOE-Aragón no acabe siendo "a la andaluza", con candidato único (y oficial) que anule el debate y la plural expresión democrática de la militancia ya que, se ha impedido que fueran unas abiertas a los simpatizantes, a la ciudadanía progresista, hoy tan alejada y recelosa de las prácticas orgánicas del PSOE.

Consecuentemente, que se presenten varios candidatos entra dentro de la más estricta normalidad democrática: recordemos que en las modélicas primarias del PS francés de 2011 hubo 6 candidatos. No resulta pues aceptable que el saludable debate democrático sea interpretado en algunas esferas como una división, una fractura interna o una deslealtad ya que, bien al contrario, si no hay pluralidad de candidatos y propuestas, es cuando se aplica la dedocracia, prevalece la voluntad de los aparatos y familias partidarias, que no la de las bases, y ello supone en definitiva un grave déficit democrático. Que haya distintas opciones, sensibilidades y candidaturas, que no se pongan trabas a las listas alternativas es ejemplo de que un partido está vivo, que es sensible al sentir ciudadano y capaz de ofrecerle propuestas de futuro y de progreso. Es por ello que, dado que Fernando Heras y Jesús del Val han tenido el coraje político de presentar unas candidaturas alternativas estas deberían contar, de verdad, con las mismas condiciones de acceso a los censos, a las agrupaciones y a la militancia que la candidatura de Javier Lambán.

Aún con las dudas apuntadas, confíemos en que el actual proceso sea respetuoso con la voluntad de la militancia y, de este modo, sea percibido como un ejercicio democrático y transparente por la sociedad aragonesa y a cuyo progreso debemos orientar nuestros esfuerzo e ideales. En ello nos va el ser o no ser de la credibilidad y del futuro del PSOE aragonés. Militante del PSOE-Aragón