Esta derecha gobernante está obsesionada morbosamente con privatizar del sector público todo lo que se le ponga a tiro. Sus objetivos según los gurús de la economía: el aumento de la eficiencia, de la competencia en el mercado y mejora de las finanzas públicas. Nos dicen que es mayor su eficiencia, prestando igual o mejor servicio con un menor costo. Falso. Numerosos estudios demuestran que al privatizar la prestación de un servicio público hay que pagar, además del coste del mismo, el beneficio del que lo presta. Esto encarecerá su costo, a no ser que la empresa privada tome medidas para rebajarlo, como pagar menos a los trabajadores, reducir personal, que sea menos cualificado, o proporcionar solo prestaciones baratas, lo que perjudicará su eficiencia. Según Pepa Bueno "Un informe del Tribunal de Cuentas que analiza la prestación de servicios de ayuntamientos españoles de menos de 20.000 habitantes --el 95% del total-- concluye que sale más caro un servicio público cuando lo ofrece una empresa privada que cuando lo ofrece el ayuntamiento. La recogida de basura sale por 42,55 euros por habitante si lo hace el ayuntamiento y por 53,90 con una empresa privada. Y el encarecimiento no implica mejor servicio. Cuando el ayuntamiento gestiona directamente hay 36 papeleras y con una concesionaria hay solo seis.

Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Transplantes (ONT) en un artículo El discreto encanto de la privatización de los transplantes, mostró que la (ONT) perteneciente al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que coordina con los servicios de salud de las CCAA la donación y el trasplante de órganos, tejidos y células, todo bajo estricto control público, permite que seamos pioneros en este ámbito a nivel mundial. En cambio la situación en Alemania es muy distinta al estar en manos de empresas privadas. Datos de lista de espera para recibir un hígado manipulados para favorecer a algunos enfermos a la hora de ser trasplantados, obviamente en detrimento de otros no tan afortunados, o quizás con menos poder adquisitivo. En el caso de las células el escándalo de la clínica X Cell Center de Dusseldorf, el mayor exponente del llamado "turismo de células madre" en la Unión Europea, cerrada tras el fallecimiento de varios pacientes a los que se aplicaron tratamientos prohibidos en otros países tras cobrarles grandes cantidades.

En cuanto a que el aumento de la competencia supondrá un servicio mejor al ciudadano, es otra falacia. Podemos constatarlo con lo ocurrido tras la privatización de Endesa, Gas Natural, Repsol, Telefónica o del holding de la banca pública Argentaria. Cada vez la electricidad, los carburantes, las telecomunicaciones o los servicios financieros son peores y más caros. Lo que han hecho muy bien es ponerse unos sueldos impresionantes sus cúpulas dirigentes, despedir trabajadores y repartir dividendos entre los accionistas. También es cierto que ha sido posible porque todos lo hemos consentido. Lo hubiéramos tenido muy fácil: negándonos a servirnos nosotros mismos el combustible y yendo exclusivamente a gasolineras que hubieran mantenido los puestos de trabajo.

Que privatizando servicios públicos mejoramos las cuentas públicas y reducimos el déficit público, es también cuestionable. Estamos observando que el déficit público no solo no se reduce, ni se estabiliza, todavía más, va en un aumento desbocado en todas las administraciones públicas. Su reducción les importa un bledo. Su pretensión auténtica es hacer negocio. Es para proporcionar grandes beneficios a grupos empresariales, con los que tiene vinculaciones la clase dirigente actual. Lo hemos visto en la privatización de la sanidad pública madrileña. Ahora hasta la gestión de las donaciones de sangre se ha cedido a la Cruz Roja por 9,3 millones de euros. Luego en pago por los servicios prestados políticos que gestionaron este proceso privatizador terminaron en las empresas beneficiadas, lo que es una auténtica vergüenza.

Termino con el añorado Saramago: De regreso de un viaje a Bolivia y Argentina mis cuñados traen el periódico Clarín con la noticia de que va a ser presentada al parlamento peruano una nueva Ley de Turismo, que contempla la posibilidad de entregar la explotación de zonas arqueológicas importantes como Machu Picchu y la ciudadela preincaica de Chan Chan a empresas privadas mediante concurso internacional. A mí me parece bien. Que se privatice Machu Picchu, que se privatice Chan Chan, que se privatice la Capilla Sixtina, que se privatice el Partenón, que se privatice el Pórtico de la Gloria, que se privatice la cordillera de los Andes, que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos. Y, finalmente, para remate de tanto privatizar, privatícense los Estados, entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí está la salvación del mundo. Y, metidos en esto, que se privatice también la puta que los parió a todos.

Profesor de instituto