Los presupuestos de Aragón, cuyo trámite han iniciado las Cortes, y los del Ayuntamiento de Zaragoza, ya aprobados en Pleno, eran posibles hace medio año. Exactamente igual que ahora. Si ha sido preciso esperar a marzo (y lo que aún pueda caer en el ámbito autonómico) para rematarlos y sacarlos a flote entre esfuerzos, amagos de arrepentimiento y otras ridículas escenificaciones es porque PSOE y Podemos no han sido capaces de entender lo que ambos partidos pierden en estos torpes envites... a beneficio del PP.

A lo que está pasando aquí, en la teoría de juegos se le llama el Dilema del Prisionero: dos personas (o entidades) no pueden o no saben cooperar aunque ello perjudique a ambas. El ejemplo más sencillo es el de los ciclistas que van escapados y deberían darse relevos para evitar que el pelotón les dé caza... pero sus contrapuestos intereses les impiden el acuerdo, o bien uno de ellos espera que el otro corra con todo el gasto y al final desbordarle en meta. Así, son alcanzados y ninguno de ellos obtiene nada.

PSOE y Podemos no pueden perder un minuto más si quieren tener alguna opción electoral de aquí a dos años. Y han de apoyarse mutuamente, les guste o no. Incluso CHA o IU están también prisioneras en el dilema, porque habrán de actuar como intermediarias y animar el diálogo entre los otros dos partidos que dominan el centro-izquierda y la izquierda-izquierda.

Cualquier excusa, cualquier evocación de lo entreguistas, vendidos, chapuceros, ignorantes o sectarios que sean los otros ha dejado de tener sentido. La cuestión no radica en que Podemos se aproveche del rebufo del PSOE o al revés, sino en la opción cada vez mayor que tiene la derecha de volver al gobierno de las principales instituciones aragonesas. Desde una perspectiva progresista, esta circunstancia debería zanjar cualquier dilema y anular los habituales argumentarios de parte.

Lambán y Echenique (mientras este siga aquí), Santisteve y Pérez Anadón tienen que colaborar. O el pelotón se les echará encima.