El proceso electoral en marcha está resultando más complejo que en ocasiones anteriores, sin duda porque el modelo bipartidista (a imitación de los EEUU), está seriamente afectado por el descontento popular ante una clase política que por tantas y tantas razones ha generado graves disfunciones. De ahí la poderosa presencia de nuevas formaciones, a la derecha (Ciudadanos) y en la izquierda (Podemos). Más allá de la galopante corrupción, que tiene su peso, lo que realmente cuenta la conversión de los políticos en una casta que se quería considerar por encima del bien y del mal, en una partida de prepotentes que habían olvidado que la soberanía popular, reside en el pueblo. Nótese que el malestar alcanza a tirios y troyanos, los escasos posos ideológicos oscilen a la izquierda o derecha. Que nueva savia aparezca es un aviso, el toque de clarín para un cambio real. Y para que ello resulte posible, PP y PSOE deberían tomar muy buena nota y aprestarse a regenerar sus actuales modelos. No pueden hacerlo por si solos, y ello justifica la necesidad tanto de Ciudadanos como de Podemos,reflejo y expresión del malestar ciudadano. Para renovar a los partidos tradicionales son precisas estas fuerzas, y aún más para gobernar. Si ello es así ¿cómo el PSOE, y muchas de sus gentes, capaces y honradas --que las hay y más de lo que parece-- se ocupa en desprestigiar y ningunear a una formación que merced al voto popular de izquierdas le resultará imprescindible para cambiar lo propio y el modelo de sociedad? Profesor de universidad