Pedro Sánchez planteó la escuela de buen gobierno que se celebra este fin de semana como una manera de escenificar la supuesta unidad recuperada del PSOE. Pero ese anhelo se ha quedado en intención, porque las ausencias han deslucido las jornadas y las personalidades de la vieja guardia que han acudido lo han hecho para lanzar llamamientos a la unidad pero sin ahorrar críticas a la dirección y al rumbo que ha tomado el partido. Es el caso de José Luis Rodríguez Zapatero --junto a Joaquín Almunia el único exsecretario general asistente-- y de Javier Solana, que ha criticado que el PSOE haya abandonado la subcomisión parlamentaria sobre el pacto educativo. Las ausencias son relevantes, desde Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba a los barones Javier Fernández y Ximo Puig. La última baja ha sido la de Susana Díaz, que alegó «problemas de agenda» cuando su nombre figuraba incluso en el programa de las sesiones. La desconfianza es todavía grande entre los sectores que se enfrentaron en las primarias y a recuperar la unidad no contribuyen medidas como el veto de la dirección a Elena Valenciano para presidir los socialistas europeos. Mientras tanto, el PSOE desaprovecha la oportunidad de plantear una alternativa real al PP en un momento de crisis, vacío que está llenando Cs. La falta de una política que contrarreste el auge del partido de Albert Rivera es uno de los argumentos de los críticos de Sánchez.