No es cuestión de nostalgia de épocas pasadas donde la gente se pringaba, cantaba y denunciaba aunque fueran excluidos, apresados o vilipendiados. Dónde están esos cantautores que nos abrían la esperanza olvidada, que nos descubrían a los grandes poetas silenciados como Rafael Alberti, León Felipe o Machado. Los hemos dejado de oír, apenas unos pocos alzan su voz para que podamos verlos en Youtube, a Sabina en algún telediario o a Serrat en la exposición: «Dicen que hay tierras al este» en el Palacio de Sástago. Qué fue de esos cantautores de la utopía, como decía Luis Pastor: algunos son diputados, concejales o ejercen asesoría en la Sociedad de Autores… cada uno en su trinchera.

Se echa de menos verlos posicionarse, pero no con políticos oportunistas; ahora silencian, fueron flor de un día, nada que esperar. El independentismo ese órdago a la brava que está llevando a los ciudadanos catalanes a jugar y perder, a pagar y callar, inmersos en una quimera faltos de libertad, no tiene voces poetas. Dónde están esos artistas y escritores, mareas de colores, de sentadas con performers, amigos de comparsas, se dispersaron por bocacalles sin más objetivos. No me hablen de los llamados poetas urbanos, de esos raperos y demás géneros del hip-hop, copias del anglosajón, tocándose la entrepierna con estribillos de timbales machacones en su alter ego. ¡Soy de Aragón baby! no cantan, no hay lírica, no llegan al nivel, saben imitar y la gente en la fiesta corea a desgana lo que el rapero repite, hay que pasarlo bien, siempre nos quedará Labordeta, poeta de la canción y de la libertad, su legado es una manera de entender lo que somos, pero hoy, posiblemente, no entendería a donde hemos llegado.

*Pintora y profesora