Una característica de la derecha española a lo largo de nuestra historia ha sido la falta de reconocimiento de los problemas existentes en nuestra sociedad, aunque los conozca perfectamente. Con cierta ingenuidad algunos llegamos a pensar que con el advenimiento de la democracia, con todas sus carencias, la derecha modificaría sus comportamientos. De ninguna manera. Sigue igual. Además de la crisis económica, que nos acongoja a la gran mayoría, entiendo que es coyuntural, por lo que cabe pensar que saldremos de ella, el cuándo y el cómo es otra cuestión, hay un problema estructural de gran calado: el encajar dentro del Estado español a Cataluña. Sin embargo, nunca la derecha, ni la de la dictadura franquista ni la de democracia actual ha hecho un esfuerzo serio y generoso para entender el problema, que está revoloteando hace mucho tiempo y de gran complejidad su resolución. No nos ha caído aquí y ahora de una teja. Ni lo trajo bajo el brazo poco ha ZP ni ahora Artur Mas. Negar su existencia es puro autismo político. Es no entender nada, dando muestras de un desconocimiento absoluto de nuestra historia. Para la derecha gobernante el problema no existe, por tanto no ha movido un ápice ante el órdago separatista del nacionalismo catalán.

En momentos de zozobra nacional viene bien recurrir a aquellos que mucho antes debatieron sobre la cuestión catalana. Lo malo es que el esfuerzo lleva a la melancolía, porque 80 años después poco o nada se ha avanzado. Manuel Azaña en 1930 en un discurso en el restaurante Patria de Barcelona tuvo el coraje de decir "Yo concibo, pues, a España con una Cataluña gobernada por las instituciones que quiera darse mediante la manifestación libre de su propia voluntad. Unión libre de iguales con el mismo rango, para así vivir en paz, dentro del mundo hispánico que nos es común. Y si algún día dominara en Cataluña otra voluntad y resolviera ella remar sola en su navío, sería justo el permitírselo y nuestro deber consistiría en dejaros en paz-" Azaña sacó adelante el Estatuto de Cataluña en el Parlamento, el 27 de mayo de 1932, en uno de sus discursos más importantes y mejor construidos, una auténtica obra maestra de la oratoria y una gran lección de Historia de España, del que extraigo "Cataluña dice, los catalanes dicen: "Queremos vivir de otra manera dentro del Estado español". La pretensión es legítima. Este es el problema y no otro alguno. Se me dirá que el problema es difícil, ¡Ah!, yo no sé si es difícil o fácil, eso no lo sé; pero nuestro deber es resolverlo, sea difícil, sea fácil... " Para eso está la política. El político de verdad no esconde ante un problema la cabeza como el avestruz y es consciente que todos los problemas políticos tienen un punto de madurez, antes del cual están ácidos; después, pasado ese punto se corrompen, se pudren. ¿Sería el problema el mismo, sin el recurso de inconstitucionalidad al Estatuto aprobado en referéndum en Cataluña? Azaña abordó el problema, antes de que se pudriera. Por ende, tras la publicación del Estatuto el 21 de septiembre de 1932 en la Gaceta, 5 días después en la Plaza de la República de Barcelona, desde el balcón de la Generalitat en una Alocución a los catalanes, terminó con un Viva España. Ahora mismo, el PSOE acaba de aprobar un documento "Hacia una Estructura Federal del Estado", con la pretensión de solucionar el problema, que ha sido despreciado por el gobierno del PP "no es momento de proyectos quiméricos" de reforma del Estado, que solo conducen a "distraer" el objetivo principal, que es luchar contra la crisis económica". Azaña en la Guerra Civil modificó su pensamiento. Quien había sido autor del régimen autonómico de Cataluña, se siente traicionado por la actitud de deslealtad mantenida por las autoridades catalanas con la creación de un ejército propio, desconectado del ejército de la república, las reivindicaciones territoriales sobre Aragón y otros históricos Països Catalans. Este cambio drástico aparece en el Cuaderno de la Pobleta escrito entre el 20 de mayo al 5 de de diciembre de 1937; en dos artículos, "Cataluña en guerra" y "La insurrección libertaria" y el "Eje Barcelona-Bilbao" ambos de los "Artículos sobre la Guerra de España" escritos entre 1939 y 1940, durante su exilio en Francia, poco antes de morir; y en su obra cumbre literaria y de pensamiento "La Velada de Benicarló", escrita en 1937, donde no permite el que se expresen ni el nacionalismo ni el anarquismo, por haber ido contra el Estado.

Según Ruiz Soroa "La manera de hacer frente a un reto secesionista es aceptar su propio planteamiento, es decir, estar dispuesto a poner la nación a votación. Aceptar que un referéndum de independencia como un seguro fracaso para la unidad española, y negarse por ello a aceptarlo siquiera como algo posible, supone confesarse derrotado de antemano en ese debate. Quien no está dispuesto a poner su idea de nación a votación popular es porque no confía de verdad en ella, porque, como escribió Manuel Aragón, "un pueblo de hombres libres significa que han de ser libres incluso para estar unidos o para dejar de estarlo". Por ello, que la gente hable y exprese su opinión, siempre es positivo para un sistema democrático. Parece que muchos políticos tienen miedo a que la gente hable.

Profesor de Instituto