Valle Inclán, en su Luces de Bohemia, acuñó literariamente el concepto de esperpento, para dar cuenta de una realidad deformada de modo grotesco. La realidad, reflejada en un espejo cóncavo, deformante, se convierte en grotesca. En España, país del esperpento, la realidad grotesca se ha escapado del espejo y transita por nuestras calles e instituciones.

Hace un par de días, un señor de Murcia, a la sazón el presidente de la Comunidad Autónoma, dimitía como consecuencia de las múltiples acusaciones de corrupción en las que se halla inmerso. La dimisión del presunto corrupto no ha llevado aparejado que su partido, el PP, le haya apartado de las responsabilidades en el mismo. Antes bien, el anuncio de su dimisión se convirtió en un jacarandoso espectáculo de alabanza, en el que su designado sucesor al frente de la Comunidad Autónoma dejó claro que quien seguía mandando era el señor de Murcia antes mencionado y en el que los emisarios del PP nacional se deshacían en elogios del presunto corrupto. En realidad, nada extraño, si volvemos la mirada al reciente congreso del PP valenciano, en el que se ha procedido a la beatificación de Rita Barbera, imputada y mártir, a la que ellos mismos se habían encargado de echar a patadas del partido y de las instituciones. ¡Qué mal se han portado todos con Rita!¡Todos menos nosotros que solo la echamos del Partido del que ahora es faro y ejemplo!

En realidad, ese es el verdadero problema, que ciertamente la entienden como un ejemplo. La metáfora de las manzanas podridas no es útil para el PP. No es que una manzana podrida contagie a otras, es que la putrefacción la genera la propia cesta, el propio Partido, y contamina todo lo que toca. Por eso cuando al actual Director General de Tráfico le dijeron que tenía que ponerse a dieta no entendió el mensaje, o lo entendió en otro sentido, y se dedicó a cobrar dietas del erario público al tiempo que se arreglaba un pisito de lujo de la Guardia Civil que no le correspondía, según denuncian algunos medios. Es comprensible que el ministro Zoido, muy ocupado en decidir si le concedía la medalla al mérito policial al Cristo de Mena o a la Virgen de la Celda Incomunicada, no se enterara de la cosa.

Y desde el callejón del Gato de los espejos deformantes, la omnipresente Iglesia Catolica organizó en Zaragoza, a través de sus empresas educativas, una Actividad Extraescolar para reclamar, nada menos, que libertad. Me resisto a denominar al evento manifestación, pues las manis son movilizaciones en defensa de derechos lesionados, no para reivindicar privilegios. El esperpento es el modo habitual de comunicación de las empresas educativas concertadas y de sus portavoces que, con tonos apocalípticos, nos hablan del riesgo de la libertad de elección de enseñanza en nuestro país, algo totalmente incierto. Y acusan a los críticos del modelo de conciertos de pretender imponer una escuela única, propia de países totalitarios. Imagino que se refieren a países como Finlandia, donde la escuela pública supone el 97% del total, o Suecia, con el 86%. Terribles países en los que los niños son arrancados de los brazos de sus madres para ser llevados, a rastras, a la Escuela Pública. Tiranías en la que si alguien tiene la ocurrencia de llevar a sus hijos a la escuela privada ¡les hacen pagarla! ¡Como si fuera un médico privado! En fin, que si quitamos el espejo, la cosa queda clara, y se observa que hay un sector social que quiere mantener el privilegio de que le paguemos la educación de sus hijos. Lo que sorprende es que haya un sector sindical, al que quizá hubiera que bautizar como Comisiones Diocesanas, que se coloca bajo la advocación de los Santos Corporativales y se une a la patronal concertada para defender el modelo de explotación laboral de los centros privados. Cosas veredes, Sancho.

Dado el percal, no es de extrañar la noticia que llega de Grecia. Al parecer, la letra ETA (se escribe H) del abecedario griego, al conocer las noticias que llegan desde la Audiencia Nacional, ha decidido hacerse pasar por muda. No vaya a ser que a algún magistrado de la misma se le ocurra ponerse a estudiar griego.

*Profesor de Filosofía. Universidad de Zaragoza.