La prensa nos ha recordado estas semanas, con datos y dramáticas imágenes, la realidad de una guerra cruenta, que dura ya cuatro años y se cobra vidas humanas, desplaza a familias y destruye las escasas infraestructuras que aún quedan en pie en ese país llamado al-Sham: Siria. Aparentemente, la comunidad internacional y la opinión pública global muestran cierta indiferencia, cuestión que se agrava en la opinión pública europea. No ha habido grandes movilizaciones y expresiones para exigir a los responsables políticos europeos actuaciones más comprometidas para detener con urgencia esta crisis humanitaria y la espiral perversa de violencia y destrucción. ¿Por qué no se ha impedido esta guerra que se ha cobrado ya más de 200.000 vidas y ha desmembrado a un gran país en comunidades enfrentadas? Los resultados son desoladores: un éxodo de 12 millones de sirios, convertidos ahora en refugiados y, millones de ellos, viviendo en condiciones extremas.

EL PAÍS más antiguo de Oriente Medio, cuna de civilizaciones, sigue siendo una pieza clave en el tablero del futuro de la humanidad; como señaló Henry Kissinger, es el país --al que siempre se le necesita para hacer la paz en Oriente Medio--. Por ello, ¿es Siria el escenario del Armagedón del siglo XXI donde la diplomacia ha estado casi siempre detrás de los acontecimientos? Sus acciones no han sido constantes y efectivas para poner fin a la barbarie; es decir, lo opuesto a la civilización. Este argumento debe disuadir a aquellos que divulgan que la única manera de resolver esta guerra es la catarsis siria. En mi opinión,y como señalé hace algún tiempo, se optó por la vía de la violencia y de la guerra civil antes que buscar una solución política y diplomática.

La guerra de Siria ha promovido la dronediplomacy; es decir, la diplomacia a distancia, pues no hay enviados sobre el terreno, ni embajadores acreditados en Damasco. Solo se hallan servicios de inteligencia, medios informativos y oenegés para cubrir las necesidades humanitarias. Mientras tanto, nadie negocia sobre el terreno un alto el fuego, con la excepción del Represente del secretario general de la ONU, Staffan de Mistura.

La gran mayoría de los analistas coinciden en señalar que la principal responsabilidad del conflicto recae sobre Bashar al Asad y, puede que esto sea así, pero él sigue al frente de su Gobierno en Damasco. ¿Por qué no se buscó o se busca ahora una fórmula política o diplomática para encontrar una salida negociada, con un calendario, un proceso y un acuerdo razonable? El objetivo prioritario es evitar la sangría del pueblo sirio, de sus ciudadanos y su patrimonio, y del Patrimonio de la Humanidad.

Afortunadamente, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha admitido que tendrán que negociar con Bashar al Asad. Esta decisión se habría podido adoptar antes. Se ha comentado que las reuniones de Ginebra I y Ginebra II fueron intentos fallidos, puede ser, pero en diplomacia cuando hay un fracaso hay siempre que seguir buscando vías de solución. Por ello, ¿por qué no convocar urgentemente un Ginebra III pero bajo otros parámetros y otros participantes?, ¿cómo es posible que todos coincidan en señalar a Irán como un actor fundamental en el apoyo al régimen sirio con influencia y capacidad de actuación y, sin embargo, se le excluya? Afortunadamente, se dialoga con Irán para frenar su capacidad nuclear y el acuerdo parece estar maduro. ¿Y por qué no contribuye Teherán a poner punto final a la guerra de Siria?

CREO QUE debemos examinar estas decisiones con espíritu crítico y extraer lecciones de las desacertadas actuaciones desarrolladas hasta hoy. En este proceso es donde los europeos deberíamos tomar la iniciativa y frenar esta guerra y no solo por su coste en vidas humanas y patrimonio, sino porque también es vital para nuestros intereses. No podemos permanecer ajenos al despliegue y a las atrocidades del Esrado Islámico. La Unión Europea y su Alta Representante deben liderar una misión de paz urgente para la región.

Hoy contamos con cuatro países europeos como miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, entre ellos, España. Nuestro país, junto a otros estados europeos, puede liderar la iniciativa de fructificar un alto el fuego y exigir la inmediata puesta en marcha de un corredor humanitario. Por último, podría solicitar la convocatoria de una nueva conferencia: Ginebra III. Estos cuatro años de guerra han demostrado que no hay solución militar. Si esta no es la respuesta habrá que consolidar las vías políticas y diplomáticas, pues esta solución evitará la tragedia humana y humanitaria de millones de sirios y aumentarán nuestras relaciones y seguridad. Así pues, y ante el horror del conflicto en toda la región, ¡qué vuelvan la política y la diplomacia a Siria!

Exministro de Asuntos Exteriores y Cooperación con el Gobierno socialista