Uno también es de donde pace pero sobre todo de donde nace. Allí en Esplús, un pequeño pueblo de La Litera rodeado de campos de alfalfa, frutales y granjas, y coronado por la ermita de San Roque, uno le escuchó cientos de veces a un amigo de la vida repetir siempre la misma muletilla a nada que pudiera usarla. «Eso es más viejo que los caminos». El viernes, antes del encuentro frente al Albacete, Natxo González expresó en voz alta su descontento interior. «No empujamos todos hacia el mismo lado. Y eso es una pena», fue su lamento.

Cada cual puede dirigir sus opiniones en la dirección que crea conveniente, como hizo el autor de las proclamas que no gustaron al técnico, como hace cualquiera que abre la boca para hablar del Zaragoza y como hizo el propio Natxo en un sentido plausible por su fondo aglutinador, que detrás de la queja reclamaba más unión para tener más fuerza. La libertad consiste en eso: en ejercerla. Cada cual como le plazca. Otra cosa es el camino de la razón, que no tiene escapatoria.

La situación denunciada por Natxo pertenece al ADN de esta ciudad, vuelve al debate de tiempo en tiempo y lo que te rondaré morena. Ahora la ha rescatado él. No debería perder energía con detalles tan chicos. El zaragocismo, el aficionado, está volcado con el equipo. Y muy unido. Hoy lo volverá a demostrar en La Romareda, fantástico escenario de sueños colectivos. Lo otro, historias más viejas que los caminos.