Los aragoneses queremos al AVE y también queremos muchísimo a EVA. Vamos, que no podemos pasar sin ella. Nos la merecemos bastante más que los de Tarragona, somos más y nos avalan los datos y las razones.

Aquí van algunos para que se entere la operadora de Renfe (aunque lo saben muy bien): Zaragoza le reporta cada año el 17% de los pasajeros totales de la línea de alta velocidad con más usos de España. Con 2.000 personas al día yendo a Madrid y 1.500 a Barcelona, un promedio que convierte a sus tramos en uno de los más rentables del país. Estos datos los publicó este periódico el 8 de febrero de 2018, y seguimos esperando la respuesta que nos mantiene en vilo.

En vilo, o a punto de manifestarnos y montar la marimorena en la inmensa y fría estación de Las Delicias. No nos pueden quitar a EVA. Este hermoso tren de color rosa, mucho más económico y con mejoras sustanciales respecto a su pareja el AVE, debemos gozarlo los aragoneses. Ya lo dijo Lambán ante la alarmante noticia de que EVA solo pararía en la estación del Camp de Tarragona, noticia que calificó de «atrocidad», apoyado por el malestar de empresarios, usuarios y sindicatos (y eso que los políticos viajan gratis y en preferente). Eva no puede pasar de largo por Aragón. Las cifras cantan, Zaragoza es un centro neurálgico de comunicaciones desde los romanos (entérese Íñigo de la Serna), y tenemos una estación enorme, vistosa y dentro de la ciudad, junto a la Expo Universal de 2008.

El ministro debe cuidar sus declaraciones y repensar la decisión. Su anuncio de que Renfe estudiará una línea de AVE de bajo coste entre Madrid y Barcelona, con parada únicamente en Tarragona, ha despertado la caja de los truenos. Ya se han hecho demasiadas barbaridades y escandalosas especulaciones urbanísticas con la ubicación de algunas de las estaciones del AVE en España. No hay que meter la pata una vez más, señor ministro del ramo.

Conozco bien la estación del Camp de Tarragona del AVE ya que viajo a menudo hacia el ansiado mar que me espera cerca para reponer fuerzas. Esa estación es un auténtico despropósito. Se ubica en medio de la nada, a 12 km. de la ciudad de Tarragona. Es desoladora, fría, sopla un viento infernal, carece de enlaces coordinados para poder llegar -¿dónde si no?- a la estación de ferrocarril de Tarragona. Hay unos autobuses que se largan cuando les da la gana, no esperan la llegada del AVE ni de EVA. Los pierdes siempre. Conclusión que el viajero se queda colgado en esa inhóspita estación mirando alrededor, al Camp de Tarragona exactamente, y preguntándose qué carajos es esto. Es incomprensible, pero cierto. Si el flamante EVA para allí será para que los ricos, los flamantes empresarios y los políticos de turno entren en los también flamantes coches de alta gana que les esperarán en los garajes de la estación para conducirles rumbo a la estación de Tarragona (¡Qué absurdo lo hacen todo!) donde les llevarán a su destino, si su destino es la playa o las ciudades de la costa catalana.

*Periodista y escritora