Vale, vale... Mariano Rajoy es un genio. Su peculiar estilo (tranquilo en las formas; borde en el fondo) es muy eficiente. No me extraña que Rivera esté a punto de rendírsele. Y eso que Ciudadanos no surgió solo para ser una versión light de Podemos y frustrar la hipotética vocación transversal de Iglesias&Errejón, sino también para refundar desde fuera el gran partido conservador. Es lo que soñaban hace solo un año el bueno de Albert y sus dirigentes, cuadros y asesores más relevantes. ¿Acaso no les auguraban las encuestas un despegue sin precedentes, hasta las fronteras del sorpasso al PP? Pero de eso, nada... monada. Ahora les toca pasar por el aro.

C's puede consolarse creyéndose decisivo. Sin embargo Rajoy sigue ahí, dueño y señor de la formación que manda en la derecha, inmune a los descalabros electorales (¡ha vendido como un triunfo sus 137 escaños en el Congreso!) y a los casos de corrupción que le han salpicado y salpican. Queda claro que el líder conservador espera seguir ganando posiciones, remontando por etapas el desastre del 20-D e imponiéndose como la única figura que puede salvar a España del caos en el interior y el exterior. El gran Mariano está convencido (y no le faltan razones para ello) de que no hay nada que no pueda lograr con paciencia y un sutil manejo de los miedos del pueblo español y de la cultura antipolítica que fue introduciéndose en nuestro subconsciente colectivo a lo largo de los agitados siglos XIX y XX. Criado en ese mismo universo reaccionario (canovista y franquista), ha entendido que el presente le ofrece muy buenas oportunidades para imponer su visión (o no visión) de las cosas. El viento global sopla a su favor, la socialdemocracia está en plena decadencia, la alternativa neoizquierdista no acaba de salir del huevo, la democracia (instituciones y factores adyacentes, como el periodismo) ha sido desbordada por los poderes económicos y tecnológicos... Mejor, imposible.

Ya solo tiene un único temor: que las izquierdas nuevas y viejas dejen de pelearse a muerte y entren en una sinergia consecuente. Pero eso es hoy casi imposible. Estamos en España.