Los constitucionalistas más rígidos dicen que lo del 1-O ni fue legal ni fue referendo ni fue nada. Entonces, los independentistas catalanes ponen cara de pánfilos y replican: ¡Oh!, bueno, nosotros hubiésemos querido hacer una votación con garantías... ¡Pero no nos dejaron! Y agregan: Oye, si aquello no era nada, ¿a qué vinieron el despliegue policial y las cargas?. Aunque ese debate está superado, porque el domingo se libró la primera gran batalla de esta guerra, y los secesionistas se la ganaron de calle a un Gobierno central incompetente, autista y alucinado. Medios informativos de medio mundo dieron fe. El éxito de Puigdemont&Junqueras sólo nos trae un consuelo: quizás los soberanistas ralenticen el Procés para no perder el terreno conquistado y mantener su victorioso relato.

Hay que aplicar el 155, dicen en Madrid (y en Zaragoza el presidente Lambán). Dudosa opción. ¿Cómo podría Rajoy intervenir el entramado institucional catalán si anteayer sus policías hubieron de replegarse tras representar ante cámaras y fotógrafos aquel drama tan violento como patético (y encima, inútil). Eran un total de 10.000 agentes (con los mossos no cabía ni cabe contar). Divididos en turnos para cubrir la jornada, restados los encargados de tareas administrativas, planificación, comunicaciones y otros servicios... en un momento dado, su despliegue operativo no sumaba más de 3.000 efectivos. Una gota de agua en el mar de los civiles catalanes movilizados y motivados (dos millones).

No hay recursos adecuados para mantener Cataluña bajo control. ¡Que vaya el Ejército!, gritan los imprudentes y los más fachas. Pero el Ejército carece de unidades preparadas para realizar tareas de ocupación. Además, sacarlo a las calles sería catastrófico para el dichoso relato. En el resto de Europa (donde ya están moscas) fliparían.

El establishment no se quiere enterar (ya le paso cuando el 15-M). Pero estamos metidos en una profunda crisis política que desde su epicentro en Cataluña transciende al resto de España. Hay que encarar una nueva Transición. O fracasar.