El argentino Culio, uno de los últimos fichajes del Zaragoza, fue presentado en La Romareda. Los aficionados presentes le recibieron con tremendos insultos y abucheos, a cuenta de unas declaraciones que hizo en su día. Pero él, sin inmutarse, se fue para la grada, pidió disculpas a la concurrencia por lo dicho y juró que cuando salga a jugar le echará dos cojones (sic)... La gente rompió en aplausos. Por la misma regla de tres, aún puede Pedro Sánchez conseguir cuadrar el círculo.

El jefe del PSOE (lo de jefe es un decir, pero ahora lo es más que anteayer) podría tomar lecciones de alguno de sus barones, experto en pactos y arreglos. Lambán, sin ir más lejos. El aragonés ha logrado ser presidente de la DGA con el apoyo de Podemos (y el Podemos de Echenique, nada menos). Se ha coaligado con los nacionalistas de Chunta, los cuales acudieron a las últimas elecciones generales en las filas de Unidad Popular arreándole estopa al socialismo oficial. Y está sacando adelante un presupuesto elaborado por el consejero Gimeno, el mismo que, cuando era concejal, dejó el Ayuntamiento de Zaragoza sembradito de minas financieras (la última, los diez kilates y medio a pagar a FCC) para martirio de podemistas y comunes que ahora gobiernan la ciudad... bajo el fuego amigo de los socialistas. Eso es tener manejo. Toma nota, Pedro.

Todo es posible en España. Por raro que suene lo de meter en el mismo acuerdo a Podemos y Ciudadanos, que son como agua y aceite. Por anormal que parezca eso de gobernar contando tan solo con 90 diputados propios. Sánchez se la juega. Todo o nada. Cuando llegue el congreso de su partido en mayo será el amo y ganará por goleada, o habrá perdido la partida y los suyos le crucificarán.

No obstante, en esta película nadie da en pantalla peor que Rajoy. Quieto parado, rodeado de corrupción (¡cómo caen, uno a uno, sus amigos del alma, sus mejores compañeros!), abducido por sus propias mentiras, sin reflejos ya ni iniciativa, el líder conservador ha de fiar su futuro a un milagro aún más enorme que el conjurado por su oponente socialista. Vaya un ejemplo de político serio.