El presidente del PP y del Gobierno, Mariano Rajoy, tiró ayer de manual en el mitin central de su partido en Zaragoza para pedir el voto para sus candidatos autonómicos y municipales. Repasó el líder conservador los logros económicos e ignoró otras cuestiones, como la ética pública, pensando en que la confianza del país depende solo del bolsillo. El domingo se verá si su receta es suficiente para revalidar la victoria aplastante de hace cuatro años en las urnas. Parece difícil porque a la misma hora, otro líder de perfil centrista, Albert Rivera, congregaba también en la capital aragonesa a un significativo número de seguidores, a los que se dirigió en un tono pausado y sosegado para explicar que hay otras maneras de hacer política y de mejorar la situación global del país. Rajoy no solo compite consigo mismo en estos comicios.