La corrupción, que no cesa, deja esta semana una ristra de detenidos e investigados que tal vez continúe la próxima. Uno de los más sonados es Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid y mano derecha de Esperanza Aguirre durante años. Según las investigaciones de la Guardia Civil, González utilizó la empresa del Canal de Isabel II para poner en marcha toda una trama de comisiones y chanchullos que saqueó las arcas públicas. Ni siquiera se respetó la tragedia que provocó el terremoto de Haití; hasta ese país devastado acudieron los buitres de la corrupción para llevarse una sustanciosa porción del dinero destinado a paliar la catástrofe.

Esperanza Aguirre, que un día imaginó que podría disputarle a Mariano Rajoy la presidencia del PP y la candidatura a la del Gobierno de España, ha ido dando lecciones de todo tipo en estos últimos años, mientras en su entorno más inmediato, justo a su vera, crecía un cenagal de ladrones y batracios. El desparpajo de esta buena señora, muy capitidisminuida en los últimos tiempos, sólo raya con su incompetencia a la hora de elegir a sus compañeros de viaje político. Es asombroso que esta cazatalentos, contratada durante un año y con un sueldo estratosférico por una empresa privada para realizar ese trabajo, nombrara a lo peor de su casa para cargos tan importantes y, siendo benéficos con ella, no se enterara de que vivía dentro de la cueva del mismísimo Alí Babá, aquel personaje de Las mil y una noches que descubrió el tesoro de los cuarenta ladrones y se llevó parte del mismo a su casa.

No cabe ya ninguna duda de que destacados dirigentes del PP utilizaron su poder en las instituciones para enriquecerse; y tampoco hay duda alguna de que Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre son un par de negados a la hora de controlar a sus subordinados. Desde luego, si creemos las declaraciones de ambos de que no se enteraban de nada de cuanto ocurría a sus faldas políticas, esta pareja debería quedar inhabilitada a perpetuidad para ejercer cualquier cargo de responsabilidad. Porque, una de dos, o sabían el lodazal de corrupción en el que estaban metidos y lo consintieron y ampararon, o son un par de perfectos inútiles a los que un electorado serio y responsable no debería dejar ningún gobierno en sus manos.

Y entre tanto todo esto se precipita, el PSOE sigue suicidándose, Ciudadanos ni sabe ni contesta y algún senador de Podemos se entretiene haciendo y publicando las fotos de las mariscadas que se mete al coleto. Igual no tenemos remedio.

*Escritor e historiador