Dijo Raúl Agné antes del choque contra el UCAM Murcia que en Segunda era tan peligroso jugar contra el primer clasificado como contra el último. Y tenía razón; perdió. Lo que no dijo es que los rivales empiezan a no ver peligroso medirse al Real Zaragoza de Agné, carente de fútbol y de mordiente, incapaz de meter un gol en los últimos partidos y sin visos de reacción espontánea. Se confía en el mercado de invierno, pero pintan bastos en un zaragocismo desanimado.