Algunos amigos míos (amigas sobre todo) se muestran alarmados ante las cosas que se leen y oyen por ahí en relación con la violencia machista, la igualdad, el caso de Juana Rivas o las letras del reggaeton. Me refiero, claro, a las opiniones procedentes de los numerosas/os reaccionarias/os que habitan las Españas. A veces son terribles. Hace bien poco, un colorín semanal (el más difundido en nuestro pais) amaneció con un artículo del ¿intelectual? ultraconservador José Manuel de Prada. Cuando lo leí, no daba crédito. El tipo pretende que la culpa de las agresiones y menosprecios (verbales o físicos) que sufren las mujeres en fiestas patronales y otras juergas... la tienen ¡las organizaciones feministas!, por haber contribuido a la liberación sexual rompiendo los moldes de la castidad y el decoro. Dicho sea a muy grandes rasgos, pues los sucios pormenores del escrito en cuestión, el sórdido lenguaje y los miserables argumentos utilizados por su autor resultaban indescriptibles. Imaginen una sacristía oscura y roñosa, con un penetrante olor a varon sin lavar y el incierto tufo del celibato obligado... Pues eso.

Pero el que se refiere a la mujer es un frente más. La derecha radical contrataca en todos los terrenos. También ella, con muy buenos motivos, quiere revisar el 78 en un proceso destituyente. Somos revolucionarios, ha dicho Andrea Levy. Y por ello aspiran a darle la vuelta a los resultantes más progresistas de la Transición: los derechos políticos, los derechos sociales, el aconfesionalismo del Estado (que jamás se logró de verdad, pero que ellos consideran contrario a su libertad religiosa), la descentralización del Estado... Y más todavía cualesquiera reparos o pretensiones feministas, ecologistas, vecinales o culturales. Así, mientras algunas izquierdas jalean cualquier gesto destinado a denunciar el supuesto continuismo del franquismo en los últimos 40 años, los conservadores, con criterios mucho más claros, se aprestan a darle la vuelta a la actual Constitución para reinterpretarla. El problema radica en que ellos... sí pueden hacerlo.