Cada día, la actualidad internacional muestra el oscuro rostro de un planeta en el que la influencia de los reaccionarios se asienta y expande sin solución de continuidad, mientras las izquierdas (clásicas, renovadas, populistas, autoritarias o exquisitas) retroceden y frustran sus expectativas al chocar con el poder del dinero (en Europa, por ejemplo) o con sus propias miserias (en Latinoamérica). Obama acaba su segundo mandato intentando dejar un legado suficientemente progresista. Es dudoso que lo logre, pero es seguro que no podrá desmentir la impresión que deja su presidencia: cómo le han ido doblando el pulso el Pentágono, los servicios de inteligencia, las grandes compañías y los senadores republicanos (junto con algún demócrata). No deja un mundo mucho mejor que aquél que se encontró hace siete años.

Bueno, ahora mismo, en las primarias del Partido Republicano quien lleva la delantera es el multimillonario Donald Trump. Su discurso es tan extremista que ya supera los iniciales delirios del Tea Party. Dice cosas idénticas a los exabruptos de los supremacistas blancos (neonazis), insulta a todo quisque, llama traidores a los líderes demócratas (¡incluso a Hilary Clinton!), y moviliza el entusiasmo de los ultraconservadores yanquis, tan ultras y tan conservadores que provocarían la risa si no diesen miedo.

Reaccionario es el yihadismo que lucha contra el Satán-Imperio. Como lo son los dirigentes rusos y chinos. En el Próximo Oriente, el conflicto entre palestinos e israelíes evoluciona de tal forma que incluso Netanyahu o Hamas están siendo desbordados, respectivamente, por el movimiento de los colonos judíos y las incipientes células del Estado Islámico que operan en Gaza. La confrontación se produce entre fuerzas instaladas en la más pura y violenta esencia reaccionaria.

Lo cual explica la derechización de Europa, su abandono de los paradigmas democráticos e igualitarios que la definieron tras la II Guerra Mundial... Vuelven los monstruos. Con efectos digitales, 3D y mucha parafernalia tecnológica. Pero monstruos tan letales, o más, que los de antaño.