Nadie podrá reprobar como mal pensada la idea de crear un bloque y mantenerlo como vía alternativa a los vaivenes de estas temporadas pasadas, que dieron con los huesos del Real Zaragoza en la arena en cada uno de sus intentos baldíos de ascenso a Primera. Conceptualmente se trata de una magnífica propuesta y que en sí misma contiene la intención de permanecer y prosperar. Cerrado el mercado de invierno y de camino hacia Alcorcón, Lalo Arantegui ha alistado un ejército de 19 futbolistas con contrato más allá de este mes de junio, cuando solo acaban vinculación Javi Ros, Wilk, Zalaya, Vinícius, sobre el que la SAD tiene una opción de compra, y Cristian Álvarez, aunque el portero argentino renovará automáticamente si juega cuatro partidos más. Si eso ocurre, que ocurrirá salvo percance físico, con él serán 20. Borja Iglesias y Febas están cedidos y regresarán a sus clubs de origen. Y luego ya se verá.

Nadie puede discutir que el Real Zaragoza no tenga un plan. Lo tiene y se ve de un simple vistazo. Otra cosa es lo que esta segunda vuelta de la temporada terminará por determinar: la verosimilitud de ese proyecto. La primera parte del campeonato, en la que el Zaragoza no ha superado la décima plaza, ha cuestionado la verdadera valía de un buen puñado de esos jugadores.

Sobre esa amplia base de 19 hombres (20 con Cristian), sin salidas, algo que puede antojarse no muy racional, el club solo tendría que contratar en verano otra delantera y hacer un par de retoques en el medio. A día de hoy, una reconstrucción insuficiente dado el nivel alcanzado por muchos jugadores hasta la fecha. De aquí a junio, sobre nuevos hechos consumados, quizá semejantes, quizá cambiantes, el panorama terminará de aclararse.